domingo, 10 de marzo de 2013

EL HIJO PRÓDIGO (Y SU PADRE MISERICORDIOSO)



Te creías, sin duda, / que estando con el padre y en su casa, / seguiría muy cruda, limitada y escasa / la libertad soñada que te abrasa.

Y pides lo que es tuyo, / lo que a ti solo crees pertenece: / ¡cada cual con lo suyo, / que el hombre sólo crece / cuando su libertad libre florece!

Y te fuiste muy lejos / buscando la soñada libertad; / sin trabas ni complejos, / gozaste a saciedad / de cuanto llamabas felicidad.

Todo lo derrochaste, / alocado, sin tino ni medida; / tu juventud gastaste / -tesoro de la vida- / ¡toda tu dignidad quedó perdida!

Tu pobreza fue tal, / y fue tan grande el hambre que tenías, / que te viste, al final, / cuidando en alquerías / sucios cerdos, con los que convivías.

Y allí, en tu soledad, / te acordaste del padre y de su ausencia, / de su amor y bondad, / sacando, en consecuencia, / que lejos del hogar todo es carencia.

¡Había que volver / a la casa del padre abandonado, / para poder comer, / como cualquier criado, / aquel crujiente pan, nunca tasado!

La decisión tomada, / desanduviste -roto peregrino- / jornada tras jornada, / aquel viejo camino / que había trastocado tu destino.

Al padre, aquella tarde, / -atisbando la muerta lejanía- / el corazón le arde, / porque ya presentía / que tu feliz regreso se cumplía.

Cuando te vió llegar / por el camino aquel -largo en exceso- / ya no pudo esperar, / corrió, como un poseso / para abrazarte y darte un largo beso.

Te dijo dulcemente: / ¡olvídate, hijo, ya, de ese estribillo, / y ponte, nuevamente, / tus sandalias, tu anillo / y la túnica que aún huele a tomillo!

¡Familiares y amigos, / comamos hoy el ternero cebado, / -vosotros sois testigos- / porque este hijo amado / estaba muerto y ha resucitado!

¡Que el hijo ya está en casa, la familia, de nuevo, está completa; / bebamos hoy sin tasa, / suene la pandereta / porque el gozo de mi alma está repleta!

Aunque alguno proteste, / y, aunque alguno al perdón se resista / y a su hermano deteste, / que sepa está en la lista / de invitados a la fiesta prevista.

La bondad, de mí mana, / y a pródigo y a rico manirroto / nadie hasta hoy me gana; / mi amor no tiene coto / y mi misericordia es saco roto.

Más que mi propio hijo, el pródigo soy yo; doy sin medida, / algo más que exijo, / y doy siempre acogida / en abrazo de paz y bienvenida.

José Luis Martínez SM

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Los “propietarios” del Reino

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 6 de Octubre de 2024                              ...