lunes, 15 de julio de 2013

Contra los injustos, hacer respetar la dignidad humana de hijos de Dios

15 de julio de 2013
Lunes de la Decimo Quinta Semana Durante el Año

Lecturas:
Éxodo 1, 8-14. 22 / Salmo 123, 1-3. 4-8 Nuestra ayuda está en el nombre del Señor

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   10, 34—11, 1
Jesús dijo a sus apóstoles:
«No piensen que he venido a traer la paz sobre la tierra. No vine a traer la paz, sino la espada. Porque he venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre y a la nuera con su suegra; y así, el hombre tendrá como enemigos a los de su propia casa.
El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
El que los recibe a ustedes, me recibe a mí; y el que me recibe, recibe a aquel que me envió.
El que recibe a un profeta por ser profeta, tendrá la recompensa de un profeta; y el que recibe a un justo por ser justo, tendrá la recompensa de un justo.
Les aseguro que cualquiera que dé de beber, aunque sólo sea un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa.»
Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en las ciudades de la región.
Palabra del Señor.

MEDITACION
La historia de la humanidad tiene mucho de historia de la opresión: «les hicieron insoportable la vida, forzándolos a realizar trabajos extenuantes» (1L). La cita obligada es: “el hombre es lobo para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro” (Plauto, dramaturgo latino del siglo I A.C.)
Los poderosos e injustos «nos habrían devorado vivos  cuando ardió su furor contra nosotros [pero] nuestra ayuda está en el nombre del Señor que hizo el cielo y la tierra» (Sal), la que se materializó al enviar a su Hijo, quien pese a «que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios
como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre» (Flp 2,5-11).
Y, de esa luminosa manera, nos ayudó a no “desconocer quién es el otro”. Más aún, nos mostró quién es realmente: un hijo de Dios (cf 1 Jn  3,1-2), dignidad que se debe reconocer y valorar. Lo que implica respetarla nosotros y hacerla respetar a quien pretenda desconocerla oprimiendo al más pequeño y desamparado.
Este mensaje incendiario es el que no trae la falsa paz de hacer como que esto no sucede; sino la espada para quien se atreve a asumir la misión profética de denunciarlo.

Quisiéramos tener el suficiente valor para tomar la cruz de la incomprensión y poder perder esta vida egoísta por ti y tu evangelio del amor, Señor, para poder encontrar la alegría de servirte en los que sufren, con quienes te has identificado. Para eso te pedimos que nos auxilies. Así sea.

Agradecidos de los regalos de Paz, Amor y Alegría de Dios, buscando responder siendo buenos samaritanos de quienes lo necesiten,

Miguel.

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