8 de agosto de 2013
Jueves de la Décimo Octava Semana Durante el
Año
Lecturas:
Números 20,
1-13 / Salmo 94, 1-2. 6-9 ¡Ojalá
escuchen hoy la voz del Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo
16, 13-23
Al
llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué
dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros Elías;
y otros, Jeremías o alguno de los profetas.»
«Y
ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?»
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tú eres el Mesías, el Hijo
de Dios vivo.»
Y
Jesús le dijo: «Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha
revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.» Y yo te
digo: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de
la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los
Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que
desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.»
Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que
él era el Mesías.
Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir
a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y
de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: «Dios no lo permita,
Señor, eso no sucederá.»
Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro: «¡Retírate, ve detrás de mí,
Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de
Dios, sino los de los hombres.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Más
allá de si el diálogo es histórico y de la poco probable fidelidad íntegra de
éste, es impresionante la poca capacidad de escucha que refleja Pedro en este
relato.
El
anuncio de Jesús es que «debía […] sufrir
mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que
debía ser condenado a muerte y resucitar». El final es lo más importante. Y
compensa inmensamente todo lo anterior.
Pero
el “hijo de Jonás” reacciona sólo a la primera parte.
Nosotros
también escuchamos poco y mal, habitualmente. Y, con frecuencia, fijamos la
atención en lo negativo por sobre lo bueno.
Que,
como dice el salmista: «¡Ojalá escuchen
hoy la voz del Señor!» (Sal), voz que es buena noticia, por lo que
no debemos quedarnos con lo que parece malo, hasta que se revele completo tu
plan, Señor. Ábrenos los oídos, Señor.
Buscando ser
ricos a los ojos del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría, compartiendo
solidariamente con los demás,
Miguel.
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