«Insensato, esta misma noche
vas a morir.
¿Y para quién será lo que has
amontonado» (Lc 12,20)
Cierta vez, en el
hogar de Calcuta, no teníamos azúcar para los niños. Un vecinito, de cuatro
años, escuchó
decir que la madre Teresa se había quedado sin azúcar. Fue a su
casa y dijo a sus padres que no comería azúcar durante tres días para dársela a
madre Teresa. Al cabo de los tres días, sus padres lo trajeron a nuestra casa:
entre sus manos tenía una pequeña botella de azúcar; lo que no había comido.
Aquel pequeño me enseñó a amar. Lo más importante no es lo que damos sino el
amor que ponemos al dar.
Madre Teresa de Calcuta
No hay comentarios:
Publicar un comentario