lunes, 5 de agosto de 2013

Todos tenemos algo de Pedro caminando sobre el agua

5 de agosto de 2013
Lunes de la Décimo Octava Semana Durante el Año

Lecturas:
Números 11, 4-15 / Salmo 80, 12-17 ¡Escuchemos la voz del Señor!

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   14, 22-36
En seguida, obligó a los discípulos que subieran a la barca y pasaran antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. Después, subió a la montaña para orar a solas. Y al atardecer, todavía estaba allí, solo.
La barca ya estaba muy lejos de la costa, sacudida por las olas, porque tenían viento en contra. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, al verlo caminar sobre el mar, se asustaron. "Es un fantasma", dijeron, y llenos de temor se pusieron a gritar. Pero Jesús les dijo: "Tranquilícense, soy yo; no teman".
Entonces Pedro le respondió: "Señor, si eres tú, mándame ir a tu encuentro sobre el agua".
"Ven", le dijo Jesús. Y Pedro, bajando de la barca, comenzó a caminar sobre el agua en dirección a él. Pero, al ver la violencia del viento, tuvo miedo, y como empezaba a hundirse, gritó: "Señor, sálvame".
En seguida, Jesús le tendió la mano y lo sostuvo, mientras le decía: "Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?".
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó.
Los que estaban en ella se postraron ante él, diciendo: "Verdaderamente, tú eres el Hijo de Dios".
Al llegar a la otra orilla, fueron a Genesaret. Cuando la gente del lugar lo reconoció, difundió la noticia por los alrededores, y le llevaban a todos los enfermos, rogándole que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron curados.
Palabra del Señor.

MEDITACION
¿Cuál es la tempestad que está agitando la barca de tu vida? ¿Cuál el viento “poderoso” que te impide confiar en que el Señor te sostendrá?
Todos tenemos algo de Pedro: llenos de temores y dudas; pero también con grandes deseos de confiar. Y en ese tironeo un día tendremos más fe; otro mucho menos; y habrá días en que oscilaremos entre una y otra varias veces en la misma jornada.
Si quien era uno de los más cercanos a Jesús, padecía de esto, no nos agobiemos demasiado cuando nos suceda algo semejante, cuando sintamos «mis fuerzas no dan para tanto» (1L): como él, volvamos a confiar, volvamos a arrepentirnos cada vez que sea necesario, y el Señor, que no es rencoroso, porque está lleno de misericordia, incesantemente nos perdonará y nos ayudará en las dificultades que nos presente la vida.

Sabemos que tu deseo, Señor, es «Ojalá mi pueblo me escuchara» (Sal). Pero también sabemos que conoces bien nuestra débil naturaleza. Como Pedro, cada uno de nosotros te pide: «Señor, sálvame»

Buscando ser ricos en afecto y solidaridad como querría el Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.


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