miércoles, 14 de agosto de 2013

Las opciones son claras; las consecuencias, también

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
18 de agosto de 2013
Vigésimo Domingo Durante el Año

Lecturas:
Jeremías 38, 3-6. 8-10 / Salmo 39, 2-4. 18 Señor, ven pronto a socorrerme / Hebreos 12, 1-4

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   12, 49-53
    Jesús dijo a sus discípulos:
    Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo, ¡y qué angustia siento hasta que esto se cumpla plenamente!
    ¿Piensan ustedes que he venido a traer la paz a la tierra? No, les digo que he venido a traer la división. De ahora en adelante, cinco miembros de una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres: el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.
Palabra del Señor.

MEDITACION
Anunciar la palabra de Dios, por ser ésta siempre cuestionadora de nuestra forma de vivir y pensar, atrae la oposición de quienes prefieren no escucharla. Esta oposición se manifestará de manera violenta, al punto que se dice de uno «este hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia», tirándolo a una fosa (1L) o provocando la división incluso en la familia de quien intente propagar el fuego del Reino (Ev). Pero si aquel se deja inspirar por las enseñanzas del profeta del Amor, pese a todo, actuará con fe, fijando «la mirada en el iniciador y consumador de nuestra fe, en Jesús, el cual, en lugar del gozo que se le ofrecía, soportó la cruz sin tener en cuenta la infamia», y junto a él y su consuelo, podrá sentir: «Esperé confiadamente en el Señor: Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor» (Sal).
En poco menos de un mes se cumplen 40 años desde el acontecimiento que partió la historia de nuestro país por la mitad: el golpe militar. Se inauguró entonces un triste y doloroso tiempo, que, en perspectiva eclesial, obligó a preguntarse a muchos cómo reaccionar desde la fe a todo lo que estaba aconteciendo… y optar.
Hubo una porción de la Iglesia que actuó oponiéndose no a personas, sino al atropello a la dignidad humana. Y hubo muchos que intentaron esconder la cabeza para no ver ni saber. Algún otro buscó conciliar. Sólo Dios sabe cómo se juzgará a cada quien.
Es sintomático, sin embargo, que el recuerdo cariñoso, incluso de no creyentes, se quedó con los primeros.
Una lectura atenta del evangelio y un seguimiento serio de Jesús debe atraer como consecuencia vivir situaciones conflictivas. Por eso Jesús afirma que ha «venido a traer la división». No porque lo desee así, sino porque sabe que así sucede a quienes buscan enderezar lo torcido, que es sacar el trato fraterno hacia los demás de nuestras prioridades.
De hecho él mismo fue objeto de violencia de parte de los poderosos de su tiempo, que no estaban dispuestos a permitir que este profeta de pueblo les viniese a cambiar las reglas o, peor aún, a hacer conciencia entre la gente sencilla del abuso y los inmerecidos privilegios de que gozaban usando el nombre de su Padre y sus riquezas mal habidas y peor administradas (ver evangelio de hace dos Domingos).
Su “premio” terrenal por su entrega generosa por amor a los demás fue la cruz; el premio celestial fue que venciese la cruz y pudiera elevarse hacia los brazos del Padre.
Por lo tanto, quien quiera ser fiel a la amistad de Jesús, deberá tomar decisiones coherentes con la posición y disposición suya en cada momento de la historia personal y la colectiva, buscando ponerse del lado de las víctimas, como lo haría él. Recordemos las orientadoras palabras de María, cuando describe a Dios como quien «Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías» (Lc 1,52-53). Y también el episodio donde el Señor se revela a Saulo, perseguidor de los cristianos, preguntándole «¿por qué me persigues?. Yo soy Jesús, a quien tú persigues» (Hch 9,4-5).
Por eso, me parece que acercándonos a la fecha trágica que recordaba, los cristianos  debiésemos aparecer en la primera fila de los defensores de los derechos humanos, porque son los derechos de los hijos de Dios y estar entre quienes reclaman las respuestas aún pendientes, en lo que respecta al pasado; a aquellos que denuncian en el presente las injusticias que siguen lacerando a personas que sufrieron en el periodo que siguió a ese acontecimiento; y a los que, para el futuro, trabajan por que se mantenga viva la memoria, de manera que no vuelvan a suceder hechos tan terribles como los que sucedieron.
Las opciones son claras; las consecuencias, también.

Sabemos que estamos lejos de ser consumidos por el fuego del Amor y la solidaridad, Señor. Sin embargo, también creemos que si te lo pedimos, aumentarás nuestro valor y dedicación para acercarnos a aquellos que son los benditos de tu Padre y que han recibido en herencia el Reino. Te rogamos, por tu corazón compasivo. Amén.

Buscando que el fuego del Reino de la Paz, el Amor y la Alegría arda en nuestro tiempo y nuestra vida,

Miguel.

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