viernes, 16 de agosto de 2013

Un buen consejo para reavivar la relación desfalleciente

16 de agosto de 2013
Viernes de la Décimo Novena Semana Durante el Año

Lecturas:
Josué 24, 1-13 / Salmo 135, 1-3. 16-18. 21-22. 24 ¡Den gracias al Señor, porque es eterno su amor!

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   19, 3-12
    Se acercaron a él algunos fariseos y, para ponerlo a prueba, le dijeron: «¿Es lícito al hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?»
    Él respondió: «¿No han leído ustedes que el Creador, desde el principio, los hizo varón y mujer; y que dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne? De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Que el hombre no separe lo que Dios ha unido.»
    Le replicaron: «Entonces, ¿por qué Moisés prescribió entregar una declaración de divorcio cuando uno se separa?»
    Él les dijo: «Moisés les permitió divorciarse de su mujer, debido a la dureza del corazón de ustedes, pero al principio no era así. Por lo tanto, yo les digo: El que se divorcia de su mujer, a no ser en caso de unión ilegal, y se casa con otra, comete adulterio».
    Sus discípulos le dijeron: «Si esta es la situación del hombre con respecto a su mujer, no conviene casarse.» Y él les respondió: «No todos entienden este lenguaje, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido. En efecto, algunos no se casan, porque nacieron impotentes del seno de su madre; otros, porque fueron castrados por los hombres; y hay otros que decidieron no casarse a causa del Reino de los Cielos. ¡El que pueda entender, que entienda!»
Palabra del Señor.

MEDITACION
Con el paso del tiempo las instituciones humanas se van complejizando, le vamos agregando normas y tradiciones que no necesariamente las mejoran.
Por eso, cuando se produce algún conflicto con ellas, lo sabio es volver a los inicios y ver cuál fue la intención original.
Cuando nuestra vida de pareja pasa por conflictos, lo que es inevitable, ayuda el recordar cómo era “al principio”, cuando no éramos dos, sino “una sola carne”: qué fue lo que nos atrajo, de qué y de quién nos enamoramos.
Si ambos tienen la intención, ese puede ser un buen consejo para reavivar la relación desfalleciente.

Que encontremos en lo que lo originó, la fuerza suficiente para reanimar lo que languidece, Señor. Así sea.

Esperando activamente la herencia del Reino de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.


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