viernes, 12 de abril de 2013

Compartir y repartir el pan con generosidad, es anunciar la Buena Noticia


12 de abril de 2013
Viernes de la Segunda Semana de Pascua

Lecturas:
Hechos 5, 34-42 / Salmo 26, 1. 4. 13-14 El Señor es mi luz y mi salvación

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan    6, 1-15
Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades. Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos. Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: «¿Dónde compraremos pan para darles de comer?» El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: «Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan.»
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: «Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?»
Jesús le respondió: «Háganlos sentar.»
Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres. Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron. Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada.»
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.
Palabra del Señor.

MEDITACION
Jesús en algún momento dirá que «el Reino de los Cielos pertenece a los que son como» los niños (Mt 19,14). Por ello, es necesario preguntarnos ¿cómo son, qué es lo que los hace tan especialmente destacados para él?.
Me llama mucho la atención en este evangelio una característica que probablemente tocaba su corazón: la generosidad; ya que, entre la multitud de los que seguían sólo a un curandero, fue este niño quien se “contagió” de su ejemplo de entrega y pensó en compartir lo que andaba trayendo para ayudar a solucionar el problema de la alimentación «para tanta gente».
Entonces, uno de los milagros más llamativos del Señor tiene su origen en este niño, “dueño” del Reino, por su tremendo corazón. Repetir una y otra vez esos gestos: preocuparse de las necesidades de otros y, sobre todo, ocuparse de ellas, compartiendo y repartiendo “el pan” con generosidad, es «anunciar la Buena Noticia de Cristo Jesús» (1L), su Reino presente en medio nuestro, y se cumple la Palabra: «Yo creo que contemplaré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes» (Sal).

Por “los que tienen y nunca se olvidan que a otros les falta”, gracias, Señor; por quienes se han convencido que “hay más alegría en dar que en recibir, gracias, Señor; por tu ejemplo generoso, que replican muchos hermanos, gracias, Señor.

Alimentando la fe con Paz, Amor y Alegría, frutos de la Resurrección,
Miguel.

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