miércoles, 8 de mayo de 2013

Que el Espíritu de la Verdad nos guíe en la religión verdadera


8 de mayo de 2013
Miércoles de la Sexta Semana de Pascua

Lecturas:
Hechos 17, 15. 22—18,1 / Salmo 148, 1-2. 11-14 Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan    16, 12-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora.
Cuando venga el Espíritu de la Verdad, él los introducirá en toda la verdad, porque no hablará por sí mismo, sino que dirá lo que ha oído y les anunciará lo que irá sucediendo.
Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.
Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: 'Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes'.
Palabra del Señor.

MEDITACION
El tesoro de poder conocer el misterio del Hijo de Dios, hecho hijo del hombre para enseñarnos a amar, se nos reveló hace bastante tiempo por medio del «Espíritu de la Verdad» y, sin embargo, algo ocurre que aún parece haber muchas cosas que nos cuesta comprender.
Aparentemente todavía hoy necesitamos que nos anuncien «eso que ustedes adoran sin conocer» (1L), porque muchos creen “adorar” repitiendo ritos, mandas y devociones particulares que poco o nada tienen que ver con el mensaje de Jesús, es decir, sin demostrar conocerlo.
Nos dice Pablo: «yo los exhorto por la misericordia de Dios a ofrecerse ustedes mismos como una
víctima viva, santa y agradable a Dios: este es el culto espiritual que deben ofrecer. No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto» (Rom 12,1-2).
¿De qué le puede servir a Él las rodillas rotas o que nos sometamos voluntariamente a pasar hambre por un periodo? Para que discernamos correctamente, el Espíritu inspiró al profeta para que nos dijera: «Este es el ayuno que yo amo -oráculo del Señor-: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne» (Is 58,6-7).

Pidamos al Señor no perdernos en prácticas o costumbres que no por antiguas dejan de ser erróneas y dejemos que sea el Espíritu de la Verdad el que nos guíe en la religión verdadera: el amor al prójimo, según el modelo que él mismo enseñó y vivió. Así sea.

Habitados por Dios para transmitir una vida de Paz, Amor y Alegría,
Miguel.

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