domingo, 29 de septiembre de 2013

EL RICO EPULÓN Y EL POBRE LÁZARO

«Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo
y cada día hacía espléndidos banquetes.
A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro» (Lc 16, 19-20)



Idólatras del dinero,

de la púrpura, del lino,
reos del poder, del éxito,
llenos de humano egoísmo,
marginamos los tormentos
que sufren los oprimidos,
los habitantes del miedo,
los hambrientos, los mendigos,
los aislados, los enfermos,
los ancianos y los niños.

Olvidamos que a la puerta
nos espera el Infinito,
invoca a nuestra conciencia
con sangre de amor cautivo,
suplica el pan de la tierra
para ser Cuerpo de Cristo.
Le cerramos la cancela
que da acceso a lo más íntimo
para que se quede afuera,
para no escuchar sus gritos.

Decimos, con osadía:
¡Resucita a un muerto, Cristo!,
atiende esta rogativa
y seremos tus discípulos.
Cristo al muerto resucita,
camina fuera del nicho,
vuelven también a la vida
millones que son testigos
de la paz y la alegría
que reina en el paraíso.

Ya hemos visto en esta tierra
a los muertos revividos,
ya Moisés y los Profetas
nos habían advertido:
Si deseáis paz perpetua
abrazad al enemigo,
repartid vuestra riqueza,
llevad la voz del bautismo
y con quién llame a la puerta
compartid el pan y el vino.

E idólatras del dinero,
de la púrpura, del lino,
reos del poder, del éxito,
llenos de humano egoísmo,
nos exiliamos de un cielo
que declaramos ficticio,
y cuando llega el momento
del paso definitivo
pedimos que en el infierno
nos rediman del martirio.

¡Pero de la luz eterna
nos separa un gran abismo!


Emma-Margarita R. A.-Valdés

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Como hijos predilectos

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR Meditación sobre el Evangelio del próximo Domingo 12 de Enero de 2025                               ...