martes, 31 de diciembre de 2013

Evaluando el valor de tu palabra

31 de diciembre de 2013
Séptimo Día de la Octava de Navidad

Lecturas:
I Juan 2, 18-21 / Salmo 95, 1-2. 11-13 ¡Alégrese el cielo y exulte la tierra!

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan   1, 1-18
Al principio existía la Palabra,
y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra
y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas,
y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios,
que se llamaba Juan.
Vino como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.
El no era la luz,
sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera
que, al venir a este mundo,
ilumina a todo hombre.
Ella estaba en el mundo,
y el mundo fue hecho por medio de ella,
y el mundo no la conoció.
Vino a los suyos,
y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron,
a los que creen en su Nombre,
les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre,
ni por obra de la carne,
ni de la voluntad del hombre,
sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne
y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria,
la gloria que recibe del Padre como Hijo único,
lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de Él, al declarar:
«Este es aquel del que yo dije:
El que viene después de mí
me ha precedido,
porque existía antes que yo.»
De su plenitud, todos nosotros hemos participado
y hemos recibido gracia sobre gracia:
porque la Ley fue dada por medio de Moisés,
pero la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios;
el que lo ha revelado es el Dios Hijo único,
que está en el seno del Padre.
Palabra del Señor.

MEDITACION

Hoy Juan nos recuerda: «Hijos míos, ha llegado la última hora» (1L). Es el momento apropiado para analizar y evaluar el año vivido.
Para hacerlo de buena manera, es necesario tener como parámetro algún objetivo y es ahí cuando sirve que el evangelio nos llame la atención sobre el principio: «Al principio existía la Palabra» y la Palabra de Dios se hizo tan concreta que «se hizo carne y habitó entre nosotros».
Entonces, pregúntate: ¿tu palabra ha sido firme durante este año? ¿los demás pueden confiar en tu palabra? ¿has vivido este periodo de acuerdo con lo que tu palabra ha dicho?

Que nuestra palabra sea claramente sí cuando es sí y no cuando es no (cf Mt 5,37), para que demos testimonio de la verdad, es decir de ti, Señor (cf Jn 5,33). Así sea.

Buscando vivir con Paz, Amor y Alegría en la gran familia humana,
Miguel.


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