jueves, 9 de enero de 2014

Como bautizados, busquemos hacer lo que es justo

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
12 de enero de 2014
El Bautismo del Señor

Lecturas:
Isaías 42, 1-4. 6-7 / Salmo 28, 1-4. 9-10 El Señor bendice a su pueblo con la paz / Hechos 10, 34-38

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo   3, 13-17
Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!»
Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo». Y Juan se lo permitió.
Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia Él. Y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección».
Palabra del Señor.

MEDITACION
Jesús es el «Hijo muy querido» del Padre Dios y cuenta con toda su predilección (Ev), ya que fue destinado «a ser la alianza del pueblo, la luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, para hacer salir de la prisión a los cautivos y de la cárcel a los que habitan en las tinieblas» (1L), como una manera de que todos puedan sentir que «El Señor bendice a su pueblo con la paz» (Sal), y a eso dedicó sus energías y su actuar, obediente y fielmente, tanto que Pedro asertivamente puede resumir su vida con la frase «El pasó haciendo el bien» (2L).
Imagino que nadie se definiría a sí mismo/a como injusto/a.
Sin embargo, hacer lo que es justo, por comodidad o por temor, no suele estar entre nuestras prioridades.
Jesús, por el contrario, toma decisiones preocupado de que «cumplamos todo lo que es justo».
Y ¿qué será lo justo?
La filosofía ha dedicado bastante tinta a intentar definirlo. Pero, desde la fe en el Dios de Jesús, comprendemos que lo justo es que se realice la voluntad del Padre.
Y hemos aprendido que su voluntad es que la humanidad llegue a ser una gran familia, bajo la doble conciencia de ser todos hijos suyos y, a la vez, y por lo mismo, todos hermanos.
¿De dónde sacamos eso? De su Hijo, en quien tiene puesta toda su predilección, el mismo que después de este episodio se sintió llamado a proclamar: «Conviértanse, porque el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 4,17), que fue quien nos enseñó que ese Reino se va haciendo vida cuando adquirimos conciencia de que Dios es Padre de todos (cf Mt 6,9), de lo que se deriva nuestra hermandad con Cristo y entre nosotros (cf Hb 2,11; Mt 23,8c), por eso, Pablo se atreve a exigir: «Vivan como hijos de la luz. Ahora bien, el fruto de la luz es la bondad, la justicia y la verdad» (Ef 5,8-9).
Es decir, lo que es justo es vivir en armonía con los demás, pero no cualquier armonía, sino la que nace de las relaciones equitativas (sin explotación, sin opresión y sin marginación) y de no creerse el cuento que pretenden que nos convenzamos los injustos privilegiados, acerca de que el mundo es así y no se puede hacer nada al respecto: eso no es verdad o todavía viviríamos bajo reyes absolutos y con esclavitud, por ejemplo…
Los bautizados tenemos el derecho y la responsabilidad de ayudar a que todos comprendan que pueden ser hijos muy queridos del Padre Dios, si extendemos su Reino de Justicia para todos.

Dios Padre de Justicia y de liberación, haznos rectos/as según tu plan, según las enseñanzas de tu Hijo y según las gracias que ha puesto en nosotros tu Espíritu santificador. Así sea.

Creciendo en la justicia, como hijos del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,

Miguel.

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