viernes, 10 de enero de 2014

Ejemplo de humildad de Jesús

10 de enero de 2014
Viernes después de Epifanía

Lecturas:
I Juan 5, 5-13 / Salmo 147, 12-15. 19-20 ¡Glorifica al Señor, Jerusalén!

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   5, 12-16
Mientras Jesús estaba en una ciudad, se presentó un hombre cubierto de lepra. Al ver a Jesús, se postró ante él y le rogó: «Señor, si quieres, puedes purificarme.»
Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: «Lo quiero, queda purificado.» Y al instante la lepra desapareció.
Él le ordenó que no se lo dijera a nadie, pero añadió: «Ve a presentarte al sacerdote y entrega por tu purificación la ofrenda que ordenó Moisés, para que les sirva de testimonio.»
Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Pero él se retiraba a lugares desiertos para orar.
Palabra del Señor.

MEDITACION

¡Tan diferente a todos que era Jesús!
«Su fama se extendía cada vez más y acudían grandes multitudes para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Pero él se retiraba a lugares desiertos para orar»
Por cierto nada cercano a lo que hacemos nosotros, que con facilidad nos embriagamos con un poco de reconocimiento. Y muchas veces hacemos cosas inconfesables por lograrlo.
La enseñanza es clara: «Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes» (Sant 4,6).

Alimenta nuestra humildad, Señor, recordándonos lo pequeños que somos a tu lado y que tu grandeza se manifiesta en el servicio. Así sea.

Tratando de ayudar a descubrir al Dios de la Paz, el Amor y la Alegría que se manifiesta en lo pequeño,
Miguel.


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