jueves, 16 de enero de 2014

La misión de Jesús es ayudarnos a vencer lo que nos aleja del Reino de Dios

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
19 de enero de 2014
Segundo Domingo Durante el Año – Ciclo A

Lecturas:
Isaías 49, 3-6 / Salmo 39, 2. 4. 7-10 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad / I Corintios 1, 1-3

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan   1, 29-34
    Juan Bautista vio acercarse a Jesús y dijo: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. A Él me refería, cuando dije:
        Después de mí viene un hombre que me precede,
        porque existía antes que yo.
    Yo no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que Él fuera manifestado a Israel».
    Y Juan dio este testimonio: «He visto al Espíritu descender del cielo en forma de paloma y permanecer sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y permanecer sobre Él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo".
    Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es el Hijo de Dios».
Palabra del Señor.

MEDITACION
Ya no existen sacrificios de animales para “agradar” a los dioses, pero Jesús sigue siendo «Cordero de Dios», en el sentido de la humildad con que entendió que «Tú no quisiste víctima ni oblación; pero me diste un oído atento; no pediste holocaustos ni sacrificios, entonces dije: “Aquí estoy”» (Sal) y se entregó a la misión de ser «la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra» (1L), de manera que llegásemos a estar entre los que «han sido santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos» (2L). Cuando buscamos, a nuestra vez, ser humildemente fieles al llamado de Dios, quienes hemos sido bautizados «en el Espíritu Santo» (Ev), seguimos ayudando a quitar el pecado del mundo junto a Él.
Según el evangelio de este domingo, Juan no conocía a Cristo, después de la revelación del Espíritu lo conoce, y a partir de allí, lo revela, es decir, lo da a conocer.
Pero tenemos testimonios que nos dicen que se conocían de antes.
Ocurre que el conocimiento al que se refiere este evangelista tiene que ver con la capacidad de captar la esencia profunda, desde la fe, del misterio de Cristo, manifestado en su pariente Jesús de Nazaret.
Esto es, que él fue escogido para ser su Servidor que guíe al pueblo elegido y a todas las naciones por el camino de liberación (1L), proclamando gozosamente su justicia (Sal), la que, como decíamos el domingo anterior es la realización de Su Voluntad de constituir a la humanidad como familia, donde reine la fraternidad y la solidaridad. Porque lo contrario: el individualismo egoísta y la
indiferencia con el padecer de los hermanos, es el «el pecado del mundo» que vino a enseñarnos a combatir y desterrar de nuestro mundo.
Para lograr esto, una vez cumplido su ciclo de vida, quedarían los hombres y mujeres que han aceptado ser sus seguidores en ese camino, con la fuerza del Espíritu que otorga generosamente.
Nosotros tenemos ese auxilio también para reconocer en su persona humana la presencia y la acción de Dios y asociarnos a ella, con el amor por los hermanos.

Cordero de Dios, que ayudas a eliminar la distancia que nuestro egoísmo ha puesto con la voluntad de Dios, es decir ayudas a quitar el pecado del mundo, ten piedad de nuestra cobardía y nuestra comodidad indiferente y danos la paz de volver a la senda que el Padre soñó cuando nos creó. Así sea.

Reconociendo la justicia del Reino, como enseñanza del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.

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