PREPAREMOS
EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
19 de enero de 2014
Segundo Domingo Durante el Año – Ciclo A
Lecturas:
Isaías 49, 3-6
/ Salmo 39, 2. 4. 7-10 Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
/ I Corintios 1, 1-3
EVANGELIO
Juan Bautista vio acercarse a Jesús y dijo: «Éste es el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo. A Él me refería, cuando dije:
Después de mí viene un hombre que me precede,
porque existía antes que yo.
Yo
no lo conocía, pero he venido a bautizar con agua para que Él fuera manifestado
a Israel».
Y
Juan dio este testimonio: «He visto al Espíritu descender del cielo en forma de
paloma y permanecer sobre Él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar
con agua me dijo: "Aquel sobre el que veas descender el Espíritu y
permanecer sobre Él, ese es el que bautiza en el Espíritu Santo".
Yo lo he visto y doy testimonio de que Él es
el Hijo de Dios».
Palabra del Señor.
MEDITACION
Ya no existen
sacrificios de animales para “agradar” a los dioses, pero Jesús sigue siendo «Cordero
de Dios», en el sentido de la humildad con que entendió que «Tú no quisiste
víctima ni oblación; pero me diste un oído atento; no pediste holocaustos ni
sacrificios, entonces dije: “Aquí estoy”» (Sal) y se entregó a la misión de ser
«la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la
tierra» (1L), de manera que llegásemos a estar entre los que «han sido
santificados en Cristo Jesús y llamados a ser santos» (2L). Cuando buscamos, a
nuestra vez, ser humildemente fieles al llamado de Dios, quienes hemos sido
bautizados «en el Espíritu Santo» (Ev), seguimos ayudando a quitar el pecado
del mundo junto a Él.
Según
el evangelio de este domingo, Juan no conocía a Cristo, después de la
revelación del Espíritu lo conoce, y a partir de allí, lo revela, es decir, lo
da a conocer.
Pero
tenemos testimonios que nos dicen que se conocían de antes.
Ocurre
que el conocimiento al que se refiere este evangelista tiene que ver con la
capacidad de captar la esencia profunda, desde la fe, del misterio de Cristo,
manifestado en su pariente Jesús de Nazaret.
Esto
es, que él fue escogido para ser su Servidor que guíe al pueblo elegido y a
todas las naciones por el camino de liberación (1L), proclamando gozosamente su
justicia (Sal), la que, como decíamos el domingo anterior es la realización de
Su Voluntad de constituir a la humanidad como familia, donde reine la
fraternidad y la solidaridad. Porque lo contrario: el individualismo egoísta y
la
indiferencia con el padecer de los hermanos, es el «el pecado del mundo» que
vino a enseñarnos a combatir y desterrar de nuestro mundo.
Para
lograr esto, una vez cumplido su ciclo de vida, quedarían los hombres y mujeres
que han aceptado ser sus seguidores en ese camino, con la fuerza del Espíritu
que otorga generosamente.
Nosotros
tenemos ese auxilio también para reconocer en su persona humana la presencia y
la acción de Dios y asociarnos a ella, con el amor por los hermanos.
Cordero
de Dios, que ayudas a eliminar la distancia que nuestro egoísmo ha puesto con
la voluntad de Dios, es decir ayudas a quitar el pecado del mundo, ten piedad
de nuestra cobardía y nuestra comodidad indiferente y danos la paz de volver a
la senda que el Padre soñó cuando nos creó. Así sea.
Reconociendo la
justicia del Reino, como enseñanza del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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