23 de enero de 2014
Jueves de la Segunda Semana Durante el Año
Lecturas:
I Samuel 18,
6-9; 19, 1-7 / Salmo 55, 2-3. 9-13 ¡En Dios confío y no temo!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos
3, 7-12
Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió
mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro
una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de
la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan
una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara.
Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se
arrojaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se
tiraban a sus pies, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero Jesús les
ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Es
fácil –demasiado- entusiasmarse con el fenómeno de moda. Cada uno conoce
decenas de casos. Y sabemos que casi todos ellos en algún momento perdieron su
popularidad para pasar a un lastimero olvido.
Jesús,
que era un hombre de sabiduría por sobre el promedio, conocía esta situación
bastante bien. Por eso no se deja
obnubilar por la “fama” que había adquirido, sino que, más bien,
intentaba no quedarse permanentemente en un solo lugar.
Es
que él busca a las personas que confían en Dios, no las que actúan por temor a
Él (cf Sal). El temor no es amigo del amor. Sólo quienes aman ponen
sus vidas en manos del Padre, permitiendo que sea la inspiración de su Espíritu
–quien actúa dentro de ellos- el que vaya guiando su caminar en pos del Reino,
ese que «el Hijo de Dios», el Profeta
del amor de todos por todos, anunció y soñó para todos sus hermanos, los
hombres.
Alimenta
nuestra confianza, Señor, para vencer el natural temor que nos produce caminar
por la senda de la entrega generosa al plan de Dios. Así sea.
Reconociendo la
justicia del Reino, como enseñanza del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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