-"Al día
siguiente Juan Bautista vio venir a Jesús hacia él y dijo:" Señor,
enséñanos a ver. Señor, enséñanos a
no quedarnos con las apariencias.
¡Cuántas veces no
sabemos "mirar" a las gentes que viven con nosotros: no los juzgamos
correctamente, nos quedamos con las apreciaciones superficiales. Muchas
personas del tiempo de Jesús no captaron "Quien" era El.

Jesús se identifica
aquí con el "Salvador" con aquel que "carga sobre sí nuestros
pecados". ¡Y va hasta el derramamiento de sangre! Esto no ha sido un asunto
insignificante, sino un gran combate sangriento.
"El pecado del
mundo", en singular. Ese singular es significativo. Jesús carga sobre él y
hace desaparecer el conjunto de los pecados del mundo, la totalidad del pecado
de la humanidad. Gracias, Jesús.
¿Cómo podría yo
ayudarte, Señor, en esa gran labor? En primer lugar luchando contra el mal en
mí... Y luego luchando contra el mal donde quiera que este se encuentre y yo
pueda hacerlo... Me siento pobre y débil para hacerlo; Ven en mi ayuda.
Ayúdame, Señor, a
ser salvador contigo, en mi ambiente, en mi familia, en mis responsabilidades.
-Detrás de mí viene
uno que es antes de mí, porque era primero que yo. Históricamente, humanamente,
Juan ha sido concebido y ha nacido antes que Jesús. Pero hay que superar las
apariencias, las evidencias.
De hecho Juan
Bautista percibe el origen divino de Jesús: ¡"era primero que yo"! El
nacimiento "según la carne" en Belén, no es sino el eco de otro
nacimiento eterno, "El es Dios, nacido del Padre, antes de todos los siglos".
Quiero entretenerme
contemplando, cuanto sea posible, la "Persona" de Cristo, que es
divina, eterna, que preexistía desde siempre. Es en verdad el Verbo de Dios, el
Hijo, engendrado, "no creado", que aparece humanamente en el tiempo, un
día de la historia humana, en un lugar del planeta.
"Eterno se
inscribe en la evolución, y lo sucesivo, y lo pasajero... Te veremos, pues,
nacer, crecer, morir.
El omnipresente se
limita a un solo lugar y acepta no pisar sino una parcela de la Tierra, un
pequeño país del Oriente Medio.
Pero fundará una
Iglesia para representarle, en todos los tiempos y en todos los lugares. La
Iglesia es la continuación de la Encarnación.
-Yo vi el Espíritu
descender del cielo y posarse sobre Él. Jesús está investido, lleno, desbordante...
del Espíritu.
Es el Hijo de Dios.
Detrás de las particularidades banales de ese "ciudadano de Nazaret",
se esconde todo un misterio. Su persona no se limita a lo que aparenta.
"Creéis conocerle, pero hay en Él un secreto: su personalidad está sumergida
en Dios... En medio de vosotros está Aquel a quien vosotros no conocéis".
-Es aquel que
bautiza (sumerge) en el Espíritu Santo. No olvidemos que la palabra griega
"baptizo" significa "yo sumerjo". Los primeros cristianos,
como Juan Bautista, bautizaban sumergiendo totalmente al candidato al bautismo
en el agua de un río.
¡Espíritu, sumérgeme
en ti!
Noel Quesson
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