viernes, 31 de enero de 2014

¿Qué será peor: el adulterio o el abuso de poder?

31 de enero de 2014
Viernes de la Tercera Semana Durante el Año – Ciclo A

Lecturas:
II Samuel 11, 1-10. 13-17. 27 / Salmo 50, 3-7. 10-11 Ten piedad, Señor, porque hemos pecado

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos   4, 26-34
Jesús decía a la multitud:
«El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha.»
También decía: «¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo? Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra.»
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender. No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.
Palabra del Señor.

MEDITACION
La primera lectura de hoy nos cuenta el episodio cuando el rey, «David desagradó al Señor» (1L), quien luego, según la tradición, siente la necesidad de componer el salmo 50 (51), donde canta: «¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado! Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos» (Sal).
¿Cuál fue su pecado, es decir lo desagradable a los ojos de Dios?
Una visión superficialmente puritana dirá que fue el adulterio.
Me permito creer que para el Señor lo más terrible no es la tentación carnal, a la que todos estamos permanentemente expuestos, y, debido a nuestra debilidad, nos es posible caer en ella con cierta facilidad. No digo que la justifique, pero sí que la entiende, más aún: que nos entiende.
Me inclino a pensar que lo insoportable para su corazón de Padre, como lo era para su Hijo, (y queda más claro con la continuación del texto, el cual es la primera lectura de mañana) es el hecho del abuso de poder del rey: primero para tomar a una mujer casada con uno de sus soldados, y después para hacer que a éste lo mataran.
La primera es una falta al mandamiento del amor, claro, pero lo segundo, además suma el agravante del déspota, que menosprecia la dignidad de los otros seres humanos, hijos del mismo Dios.
Hay que ser siempre fieles y honestos en las relaciones con nuestras parejas, por respeto y por amor. Pero, más aún, se debe respetar a Dios en su creación y en los hijos que misericordiosamente ha adoptado.

Que podamos aprender a ser misericordiosos, como tú, Señor, con los pecadores, pero firmes, también como tú, con quienes se aprovechan de los más débiles. Así sea.

Buscando anunciar con la vida convertida que el Reino de la Paz, el Amor y la Alegría está cada vez más cerca,
Miguel.


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