27 de marzo de 2014
Jueves de la Tercera Semana de Cuaresma
Lecturas:
Jeremías 7,
23-28 / Salmo 94, 1-2. 6-9 ¡Ojalá hoy escuchen la voz del Señor!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
11,
14-23
Jesús estaba expulsando a un demonio que era
mudo. Apenas salió el demonio, el mudo empezó a hablar. La muchedumbre quedó
admirada, pero algunos de ellos decían: «Este expulsa a los demonios por el
poder de Belzebul, el Príncipe de los demonios.» Otros, para ponerlo a prueba,
exigían de él un signo que viniera del cielo.
Jesús, que conocía sus pensamientos, les
dijo: «Un reino donde hay luchas internas va a la ruina y sus casas caen una
sobre otra. Si Satanás lucha contra sí mismo, ¿cómo podrá subsistir su reino?
Porque -como ustedes dicen- yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul.
Si yo expulso a los demonios con el poder de Belzebul, ¿con qué poder los
expulsan los discípulos de ustedes? Por eso, ustedes los tendrán a ellos como
jueces. Pero si yo expulso a los demonios con la fuerza del dedo de Dios,
quiere decir que el Reino de Dios ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado hace
guardia en su palacio, todas sus posesiones están seguras, pero si viene otro
más fuerte que él y lo domina, le quita el arma en la que confiaba y reparte
sus bienes.
El que no está conmigo, está contra mí; y el
que no recoge conmigo, desparrama.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Imagino
que todos hemos conocido situaciones como esta. Y, lamentablemente, tendremos
que reconocer que también alguna vez hemos tenido una reacción semejante…
Hoy
vemos cómo entre los adversarios de Jesús pesan más sus prejuicios que la
correcta valoración del bien evidente que realizaba. Tanto que, buscando una
explicación perversa a su poder, se lo atribuían a la personificación del Mal,
quien de alguna manera intrincada sacaría provecho de esa buena acción.
Por
eso, afirma «El que no está conmigo (haciendo el
bien), está contra mí (trabajando para el mal)…».
No hay términos medios: ¿de qué lado estarás
tú?
Que
viendo todo el bien que haces por nosotros, Señor, nos demos cuenta del inmenso
amor que hay en ti y cómo ayudamos a hacerlo más fecundo si aportamos nuestro
propio grano de fraternidad para con los demás. Así sea.
Aprendiendo a
adorar en espíritu y en verdad al Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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