jueves, 27 de marzo de 2014

No soy nadie para anunciar a Jesús, pero sí puedo responder quién ha hecho milagros en mi vida

PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
30 de marzo de 2014
Cuarto Domingo de Cuaresma

Lecturas:
I Samuel 16, 1. 5-7. 10-13 / Salmo 22, 1-6 El Señor es mi pastor, nada me puede faltar / Efesios 5, 8-14

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan   9, 1. 6-9. 13-17. 34-38
Jesús, al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. Escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, diciéndole: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé», que significa «Enviado.»
El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía. Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: «¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?»
Unos opinaban: «Es el mismo.» «No, respondían otros, es uno que se le parece.»
El decía: «Soy realmente yo.»
El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver.
El les respondió: «Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo.»
Algunos fariseos decían: «Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado.»
Otros replicaban: «¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?» Y se produjo una división entre ellos. Entonces dijeron nuevamente al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?» El hombre respondió: «Es un profeta.»
Ellos le respondieron: «Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?» Y lo echaron.
Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: «¿Crees en el Hijo del hombre?»
El respondió: «¿Quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Tú lo has visto: es el que te está hablando.»
Entonces él exclamó: «Creo, Señor», y se postró ante él.
Palabra del Señor.

MEDITACION
Para los de su tiempo, ser enfermo era ser pecador, por lo tanto se lo marginaba. Sin embargo, como «el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón» (1L), Jesús, no mira pecado, sino a la persona y, sin que se lo pidan siquiera, sana a quien lo necesita (Ev) para devolverle su dignidad: «Antes, ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor» (2L). Nosotros, enfermos de tantas cosas y sanados tantas veces como lo permitimos, podemos cantar confiados, entonces: «Tu bondad y tu gracia me acompañan a lo largo de mi vida» (Sal).
Hace bastantes años que tengo el descaro de enviar y publicar lo que hacen resonar en mi corazón las lecturas bíblicas.
Ha habido muchas ocasiones en que me he cuestionado –o, mejor dicho-, la Palabra misma me ha cuestionado- acerca de cómo vivo y lo que realizo, y en esa situación, al tomar conciencia de mis debilidades y miserias, he pensado más de una vez en dejar de hacerlo.
Pero dos motivos me han impulsado a seguir.
El primero es que en algunas ocasiones alguna de las personas que los recibe me comenta que uno o varios de estos mensajes le ha llegado en el momento preciso y le ha servido mucho. Gracias a Dios por eso.
El segundo, es que yo, como el personaje del evangelio, he sido curado de mis cegueras, porque “teniendo ojos para ver, no he visto”: la acción misteriosa y maravillosa de Dios en el mundo y, menos aún, al mismo Señor en nuestros hermanos, especialmente los más necesitados. Y, como él, no soy nadie para anunciar a Jesús, pero sí puedo responder quién ha hecho milagros en mi vida: ha sido el Señor. Y una de las formas de realizarlo son estas meditaciones.
Eso no significa, de ninguna manera, que hoy soy un santo o perfecto. Sólo soy alguien en proceso, que he tenido y volveré a tener actitudes de falta de visión, desde la perspectiva del Reino de Dios, pero que fui y seguiré siendo encontrado por Jesús. Y eso me otorga paz, lo que me impulsa a vivir con amor y gracias a eso encuentro la alegría.
Y todo eso quiero compartirlo contigo.

Señor, nuestro buen pastor, que cuidas nuestra vida y nos liberas por amor, haz que nuestra gratitud se transforme en acción a favor de todos los que necesitan salir de sus limitaciones y dolencias. Así sea.

Abriendo los ojos y ayudando a ver mejor la obra del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.


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