6 de marzo de 2014
Jueves Después de Cenizas
Lecturas:
Deuteronomio 30,
15-20 / Salmo 1, 1-4. 6 ¡Feliz
el que pone en el Señor toda su confianza!
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas
9,
22-25
Jesús dijo a sus discípulos:
«El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir
mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser
condenado a muerte y resucitar al tercer día.»
Después dijo a todos: «El que quiera venir
detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me
siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida
por mí, la salvará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si
pierde y arruina su vida?»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Un
caricaturista cristiano parafraseaba el evangelio de hoy diciendo: “¿De
qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si sólo gana el mundo?”
Hay
que ser alguien que «pone en el Señor
toda su confianza» (Sal), para pensar así.
Pienso
en la reciente captura del jefe de la banda de narcotraficantes más grande de
México, por ejemplo: él tenía “el mundo” (riquezas, lujos) en sus manos, con
una riqueza calculada sobre los mil millones de dólares. Sin embargo, eso ni a
él ni a ninguna de las personas que se dedican a actividades delictuales de esa
magnitud, les permite tener una vida reposada.
Claro,
no es necesario ir tan lejos para afirmarlo. Todos sabemos que poseer algo no logra
saciar, ya que luego surge una nueva necesidad y así sucesivamente, sin llegar
nunca a la satisfacción. Es decir, se puede tener el mundo, pero a la vez perder
y arruinar la vida en esa permanente y, por lo mismo, frustrante búsqueda.
Mirando
nuestra vida, inserta en un pueblo y una sociedad determinada, somos invitados
a calibrar el tipo de metas que nos proponemos, para no perder la vida en lo
que pasa, se agota y se desmorona, en vez de salvarla de todo eso, siguiendo
los pasos de quien hizo de la suya una existencia plena en el amor.
Que
la renuncia a nuestro egoísmo nos haga descubrir la cruz esperanzadoramente alegre
que es servir con amor y por amor, Señor. Así sea.
Escogiendo
servir sólo al Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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