4 de abril de 2014
Viernes de la Cuarta Semana de Cuaresma
Lecturas:
Sabiduría 2, 1. 12-22
/ Salmo 33, 17-21. 23 El Señor está cerca del que sufre
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
7,
1-2. 10. 25-30
Jesús recorría la Galilea; no quería
transitar por Judea porque los judíos intentaban matarlo.
Se acercaba la fiesta judía de las Chozas.
Cuando sus hermanos subieron para la fiesta, también él subió, pero en secreto,
sin hacerse ver.
Algunos de Jerusalén decían: «¿No es este
aquel a quien querían matar? ¡Y miren como habla abiertamente y nadie le dice
nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero
nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie
sabrá de dónde es.»
Entonces Jesús, que enseñaba en el Templo,
exclamó:
«¿Así que ustedes me conocen y saben de dónde
soy? Sin embargo, yo no vine por mi propia cuenta; pero el que me envió dice la
verdad, y ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco, porque vengo de él y es él
el que me envió.»
Entonces quisieron detenerlo, pero nadie puso
las manos sobre él, porque todavía no había llegado su hora.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Todos
creemos saber cómo son las personas que conocemos –de hecho decimos que “las
conocemos”-, pero el ser humano es un mar de misterios.
A
veces hasta nosotros mismos somos sorprendidos por reacciones o actitudes que
tomamos.
Por
eso Jesús exclama incrédulo: «¿Así que ustedes me conocen y saben
de dónde soy?». Es que él tiene muy claro que ellos pueden
haber tenido acceso a algunos datos de su biografía, pero lo que es conocerlo
realmente, no se habían dado el tiempo ni tenían la disposición necesaria para
eso.
Y tú, ¿lo conoces?.
¿Es importante para ti conocerlo?
¿Te
darás el tiempo, tendrás suficiente disposición para eso?
Hemos
ido conociéndote, Señor, y muchas veces más que llenarnos de gozo, nos invade
el temor. Ayúdanos a vencer la fuerza que el egoísmo tiene en nosotros, para
poder buscarte y encontrarte ahí donde dijiste q estarías: en las necesidades
de los demás, para que, sirviéndolos, encontremos la alegría con que tú mismo
viviste. Así sea.
Abriendo los
ojos y ayudando a ver mejor la obra del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.
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