martes, 1 de abril de 2014

Nos es demasiado fácil acostumbrarnos al dolor y sufrimiento de otros

1 de abril de 2014
Martes de la Cuarta Semana de Cuaresma

Lecturas:
Ezequiel 40, 1-3; 47, 1-9. 12 / Salmo 45, 2-3. 5-6. 8-9 ¡El Señor está con nosotros!

EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan   5, 1-3. 5-16
Se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Junto a la puerta de las Ovejas, en Jerusalén, hay una piscina llamada en hebreo Betsata, que tiene cinco pórticos. Bajo estos pórticos yacía una multitud de enfermos, ciegos, paralíticos y lisiados, que esperaban la agitación del agua.
Había allí un hombre que estaba enfermo desde hacía treinta y ocho años. Al verlo tendido, y sabiendo que hacía tanto tiempo que estaba así, Jesús le preguntó: «¿Quieres curarte?»
El respondió: «Señor, no tengo a nadie que me sumerja en la piscina cuando el agua comienza a agitarse; mientras yo voy, otro desciende antes.»
Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y camina.»
En seguida el hombre se curó, tomó su camilla y empezó a caminar.
Era un sábado, y los judíos dijeron entonces al que acababa de ser curado: «Es sábado. No te está permitido llevar tu camilla.»
El les respondió: «El que me curó me dijo: "Toma tu camilla y camina."» Ellos le preguntaron: «¿Quién es ese hombre que te dijo: "Toma tu camilla y camina?"»
Pero el enfermo lo ignoraba, porque Jesús había desaparecido entre la multitud que estaba allí.
Después, Jesús lo encontró en el Templo y le dijo: «Has sido curado; no vuelvas a pecar, de lo contrario te ocurrirán peores cosas todavía.»
El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Ellos atacaban a Jesús, porque hacía esas cosas en sábado.
Palabra del Señor.

MEDITACION
Como ocurría en el evangelio del domingo reciente la acción compasiva de Jesús alcanza a alguien en necesidad sin necesidad de esperar a que se lo pidan para actuar.
Contrasta violentamente con la actitud de tantos más que lo vieron durante nada menos que «treinta y ocho años» y no hicieron nada al respecto.
¿Suena conocido?
Claro que sí.
Lamentablemente nos es demasiado fácil acostumbrarnos al dolor y sufrimiento de otros. De hecho, a los pobres y mendigos, discapacitados de cualquier clase ya ni los vemos…
¿Será sano, será humano, será cristiano habituarse tanto?

¡Tanto que nos falta en compasión, Señor! Por no actuar contra el acostumbramiento, perdón, Señor.

Abriendo los ojos y ayudando a ver mejor la obra del Dios de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel.


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