9 de abril de 2014
Miércoles de la Quinta Semana de Cuaresma
Lecturas:
Daniel 3, 1.4-6.8.12.14-20.24-25.28
/ Salmo Dn 3, 52-56 Alabado y exaltado eternamente
EVANGELIO
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
8, 31-42
Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en él:
«Si
ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos:
conocerán la verdad y la verdad los hará libres.»
Ellos le respondieron: «Somos descendientes de Abraham y jamás hemos
sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: "Ustedes serán
libres"?»
Jesús les respondió: «Les aseguro que todo el que peca es esclavo del
pecado. El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio,
permanece para siempre. Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente
libres. Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero tratan de matarme
porque mi palabra no penetra en ustedes.
Yo
digo lo que he visto junto a mi Padre, y ustedes hacen lo que han aprendido de
su padre.»
Ellos le replicaron: «Nuestro padre es Abraham.»
Y
Jesús les dijo: «Si ustedes fueran hijos de Abraham obrarían como él. Pero
ahora quieren matarme a mí, al hombre que les dice la verdad que ha oído de
Dios. Abraham no hizo eso. Pero ustedes obran como su padre.»
Ellos le dijeron: «Nosotros no hemos nacido de la prostitución; tenemos
un solo Padre, que es Dios.»
Jesús prosiguió: «Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo
he salido de Dios y vengo de él. No he venido por mí mismo, sino que él me
envió.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
La
gran verdad que Jesús fue enviado a testimoniar en medio de nosotros es la
increíble novedad acerca de un Dios que es Padre: «Esta es la Vida eterna: que
te conozcan a ti, el único Dios verdadero» (Jn 17,3) y «nadie conoce al
Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt
11,27)
Es
que, antes de eso prevalecía una concepción del Eterno como un juez severo del
que sólo podía esperarse castigos a los múltiples y permanentes pecados a los
que nuestra debilidad nos arrastra constantemente.
En
esa situación, nos cuenta, «Yo digo lo
que he visto junto a mi Padre»; y lo que él ha podido ver y comprender en
su diario caminar y nos lo transmite es que es alguien en quien se puede
confiar plenamente la vida toda (cf Mt 6,25-32)
Eso,
por cierto, es muy liberador: pues no es verdad que hay por allá arriba un dios
inquisidor, que todo lo ve, provocándonos sentimientos de culpa permanente; la
verdad es que existe, más bien, un Dios que es amor (1
Jn 4,8),
Padre compasivo y generoso con sus hijos, que somos nosotros.
Tenemos a Dios como Padre y amamos a Jesús, nuestro guía, de la mano del Espíritu que abre nuestra mente a estos misterios. Gracias, Señor.
Con Paz, Amor y
Alegría en el corazón, confiando en la Resurrección y la Vida que promete el
Señor,
Miguel.
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