16 de Julio de 2015
Nuestra Señora del Carmen
Lecturas:
I Reyes 18, 1-2. 41-46 / Salmo 129, 1-8 Mi alma espera en el
Señor / Gálatas 4, 4-7
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 19, 25-27
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre,
María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús
le dijo: "Mujer, aquí tienes a tu hijo".
Luego dijo al discípulo: "Aquí tienes a tu madre". Y desde
aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Todos podemos ser el «discípulo a
quien él amaba».
Ya había dicho que quienes estaban más cerca de su corazón, a quienes
consideraba familia, eran «los que escuchan la Palabra de Dios y la practican» (Lc 8,21).
Bueno, pues, los que ponen en práctica esa palabra, muchas veces se
encontrarán junto a la cruz de los que padecen injusticias, para aliviar, para
alentar, para dar fuerzas…
Y ahí estará también la primera discípula, la esclava humilde del Señor,
porque ella comprendía que su lugar era la compañía silenciosa y servidora,
donde hiciese falta: en llevar alegría a una mujer mayor embarazada (Lc 1,44); en la
alabanza a la grandeza de Dios (Lc 1,46); en la escasez de una boda (Jn 2,3); en la
agonía del Justo, como en este caso; o en la asamblea que recibe el Espíritu
Santo (Hch
1,14; 2,1).
Ser discípulo es, pues, ser hijo también de esa Mujer y heredero de sus
actitudes.
Que nos
impregnemos del regalo de aquella Madre tan especial, tan cercana a tu corazón,
Señor, y repliquemos su actitud sencilla en el servicio a ti y a los
hermanos. Así sea.
Intentando
liberarnos de todo lo que nos impide aceptar el llamado del Señor a ser
misioneros de su Paz, su Amor y su Alegría,
Miguel
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