PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
16 de Agosto de 2015
Domingo de la Vigésima Semana Durante el Año
Lecturas:
Proverbios 9, 1-6
/ Salmo 33, 2-3. 10-15 ¡Gusten y vean que bueno es el Señor! / Efesios 5, 15-20
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 51-59
Jesús dijo a los judíos:
«Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá
eternamente, y el pan que Yo daré es mi carne para la Vida del mundo».
Los judíos discutían entre sí, diciendo: «¿Cómo este hombre puede darnos
a comer su carne?»
Jesús les respondió:
«Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su
sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene
Vida eterna, y Yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la
verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre
permanece en mí y Yo en él. Así como Yo, que he sido enviado por el Padre que
tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por
mí.
Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y
murieron.
El que coma de este pan vivirá eternamente».
Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Sabemos que «los que buscan al Señor no carecen de nada» (Sal). De hecho, Él mismo invita permanentemente: «Vengan, coman de mi pan, y beban del vino que yo mezclé» (1L), más aún: su generosidad llega hasta lo que no podemos imaginar, ya que
nos dice que quien «come mi carne y bebe
mi sangre permanece en mí y Yo en él» (Ev). Nada menos… Por eso, si su amor
nos habita, entonces, es necesario que nos preocupemos por «saber cuál es la voluntad del Señor» (2L) acerca de lo que tenemos que hacer con esos dones. Que podamos
descubrirla y hacerla vida. Amén.
Uno de los conceptos distintivos del
catolicismo es la creencia de que nos alimentamos de nuestro Dios.
De hecho, se dice que entre los motivos de las
primeras persecuciones contra los cristianos estaba la acusación de que practicaban
el canibalismo en sus ritos ocultos, distorsionando, así, por error o por maldad,
lo que ocurría en la Eucaristía.
Pues bien, hoy cada domingo (al menos) hay un
grupo de personas que “celebran” este rito, en el cual su parte medular es la
comunión.
Claro que –hay que reconocerlo- con el tiempo
estos van disminuyendo progresivamente y, más aún, se vislumbra un futuro
incierto debido a la escasez de sacerdotes y al poco entusiasmo, en general,
que despierta la Misa en los jóvenes…
Las palabras de Jesús, que es quien le da
sentido a esta confesión de fe, ya que es considerado Dios mismo, se entienden
como muy explícitas al respecto: «El que
come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna».
¿Por qué, entonces, si es algo que debiese ser
fundamental en la vida de las 1.128 millones de personas que nos decimos
católicos en el mundo, sólo atrae a una pequeña porción de éstos en el Día del
Señor (que es lo significa “Domingo”)?
¿Se deberá a que quienes sí lo hacemos,
normalmente, no somos un ejemplo eficaz de que ésta realice un cambio notable
en nosotros?. Es cosa de ver las caras a la salida del templo (muy difícil ver
sonrisas) y, más aún, todos sabemos cómo somos los cristianos en nuestra vida
diaria el domingo y toda la semana…
Afirma el Maestro que «El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y Yo en él».
Es decir, alimentarnos de él produce una
íntima comunión entre su ser y el nuestro. Al menos él pone su parte poderosa,
pero, como no nos obliga a nada, cuenta con la parte que pongamos nosotros.
Pablo lo dice así: «ya no vivo yo, sino que
Cristo vive en mí» (Gal 2,20).
El tema es que si así fuese, las actitudes de
los creyentes que comulgan hacia los demás serían parecidas a las de Él, quien
ha hecho por cada uno de nosotros lo que se dice a continuación del texto
citado: «me amó y se entregó por mí».
Sería muy importante que nos preguntásemos
hoy: ¿Después de la Eucaristía salimos dispuestos a ser “pan”, a nuestra vez,
para que quienes lo requieran se puedan nutrir de nuestro tiempo, de nuestras
capacidades, de nuestras habilidades, de nuestro cariño…?
Por cierto que sabemos que existen otras
decisiones que les corresponde tomarlas a las autoridades de la Iglesia para lograr
acercar la Misa a quienes se han alejado y atraer a quienes no la conocen. Pero
lo que importa para nuestra meditación es que intentar transformar nuestras
actitudes depende sólo de nosotros.
Que ese encuentro misterioso y maravilloso
contigo que nos regalas, Señor, produzca frutos de Vida plena para nosotros y
para todos. Así sea.
Intentando hacer los cambios necesarios
para que, alimentados del pan de Vida, podamos ser testigos de Paz, Amor y
Alegría para el mundo,
Miguel
No hay comentarios:
Publicar un comentario