13 de Agosto de 2015
Jueves de la Décimo Novena Semana Durante el Año
Lecturas:
Josué 3, 7-11. 13-17 / Salmo 113a, 1-6 ¡Aleluia, Aleluia, Aleluia!
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 18, 21—19, 1
Se adelantó Pedro y le dijo:
«Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me
haga? ¿Hasta siete veces?»
Jesús le respondió: «No te
digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos
se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada
la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía
pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo
que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole:
"Señor, dame un plazo y te pagaré todo." El rey se compadeció, lo
dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor
encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del
cuello hasta ahogarlo, le dijo: "Págame lo que me debes." El otro se
arrojó a sus pies y le suplicó: "Dame un plazo y te pagaré la deuda."
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que
debía.
Los demás servidores, al ver
lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este
lo mandó llamar y le dijo: "¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la
deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me
compadecí de tí?" E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos
hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre
celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos.»
Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al
territorio de Judea, más allá del Jordán.
Palabra del Señor.
MEDITACION
El rey del
cielo está tan lleno de misericordia que el salmista le canta: «tú no
desprecias el corazón contrito y humillado» (Sal
51,19) y Jesús, quien
mejor lo conoce y dedicó su vida a mostrárnoslo con todas las maravillas que
acerca de Él descubrió, lo refleja en esta parábola: es compasivo y perdonador.
Y, como el
Maestro conocía muy bien la naturaleza humana, refleja también la miseria
humana, o lo miserables que podemos llegar a ser cuando nos sentimos afectados
en el bienestar material.
Si Él, que
es Todopoderoso y la Perfección y Pureza máxima, nos perdona mucho, ¿quiénes
somos nosotros para mezquinar nuestro perdón?.
Que practiquemos
mucho la misericordia, mirando tu ejemplo, Señor, para que cada vez nos salga
más fácil perdonar de corazón a los hermanos. Así sea.
Buscando
permitir que el Pan de Vida que nos alimenta produzca frutos de Paz, Amor y
Alegría para la vida del mundo,
Miguel
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