PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
9 de Agosto de 2015
Domingo de la Décimo Novena Semana Durante el Año
Lecturas:
I Reyes 19, 1-8
/ Salmo 33, 2-9 ¡Gusten y vean que bueno es el Señor! / Efesios 4, 30—5, 2
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 6, 41-51
Los judíos murmuraban de
Jesús, porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo». Y decían: «¿Acaso
este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre.
¿Cómo puede decir ahora: "Yo he bajado del cielo?"»
Jesús tomó la palabra y les
dijo:
«No murmuren entre ustedes.
Nadie puede venir a mí,
si no lo atrae el Padre que me envió;
y Yo lo resucitaré en el último día.
Está escrito en el libro de los Profetas:
"Todos serán instruidos por Dios".
Todo el que oyó al Padre
y recibe su enseñanza,
viene a mí.
Nadie ha visto nunca al Padre,
sino el que viene de Dios:
sólo Él ha visto al Padre.
Les aseguro
que el que cree, tiene Vida eterna.
Yo soy el pan de Vida.
Sus padres, en el desierto,
comieron el maná y murieron.
Pero éste es el pan que desciende del cielo,
para que aquél que lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo.
El que coma de este pan vivirá eternamente,
y el pan que Yo daré
es mi carne para la Vida del mundo».
Palabra del Señor.
MEDITACION
Es necesario «que lo oigan los humildes y se alegren» (Sal), porque «todo el que oyó al Padre
y recibe su enseñanza» (Ev) sigue a Jesús así: «sean mutuamente buenos y compasivos, perdonándose los unos a los otros
como Dios los ha perdonado en Cristo» (2L). Para tener la energía suficiente
para lograrlo, «¡Levántate, come, porque
todavía te queda mucho por caminar!» (1L), sabiendo que ese alimento lo
provee el mismo Señor.
En un mes
más se cumplirá un año desde que desaparecieron 43 jóvenes mexicanos, sin
conocerse su paradero hasta hoy. Ellos protestaban
contra la cultura de la muerte que siembra el narcotráfico.
En nuestro
país, a los grandes empresarios y a algunos políticos les parece que el
denominado sueldo mínimo no es posible elevarlo más, cuestión que no los
afecta, ya que sabemos bien que pueden gastar esa cantidad de una vez en una
fiesta con amigos o en un paseo familiar.
También
entre nosotros, personajes influyentes y otras personas reclaman que ya debiesen
“cerrarse las heridas del pasado”, pretendiendo que se olvide a los que
sufrieron y sin tener, al menos, justicia para sus casos.
Estas y
otras noticias que nos llegan periódicamente, hacen pensar que la vida humana
no es valorada como corresponde en nuestras sociedades.
Las
palabras y las obras de Jesús, en cambio, están preñadas de vitalidad. Por
ejemplo:
«Yo lo
resucitaré en el último día» «El que cree, tiene Vida eterna» «Yo soy el pan de
Vida»
Según la
vieja doctrina, quien se sienta o se diga cristiano/a debiese ser “otro/a
Cristo” o, en otras palabras, ya que se alimenta con su ejemplo, tendría que
tener palabras de vida para los demás, sus actos tendrían que dar vida, sus
opciones tendrían que estar del lado de lo que da vida y tendría que notarse
que se opone a las malas noticias de la muerte.
Pero, una
advertencia, que debiese provocar una evaluación cuestionadora entre nosotros,
antes de seguir: para quienes no lo son, a los cristianos se nos asocia, en
general, con la palabra “vida” sólo cuando está en riesgo en el vientre
materno.
¿Y después?
La impresión es que desde ahí corre el “cada quien se salva como puede”…
Los
cristianos, más bien, según mi modesta opinión, debiesen ser –o, al menos,
intentarlo bastante- una Buena Noticia de Vida para quienes lo rodean.
Es que, si
nos alimentamos del Pan de Vida, éste pasa a formar parte de nuestro organismo,
se hace uno con nosotros y ya nuestra vida no puede ser más un permanente
“matar el tiempo”: una espera impaciente que llegue la hora de salida del
trabajo o la responsabilidad que tengamos, sino una existencia que, por actuar
de manera semejante a la de Jesús ante las necesidades y dolores de los demás
(toda necesidad, todo dolor, de toda vida), alcanzará su vida plena, buena,
abundante o eterna (la que brotaba generosamente de Jesús), irradiándola «para la Vida del mundo», siguiendo su
luminoso ejemplo (cf Jn 8,12; Mt 5,14).
Que seamos
portadores permanentes de vida, ya que nos alimentamos de Ti, Señor, que eres
el Pan Vivo que da la Vida eterna. Así sea.
Buscando permitir
que el Pan de Vida que nos alimenta produzca frutos de Paz, Amor y Alegría para
la vida del mundo,
Miguel
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