PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
20 de Septiembre de 2015
Domingo de la Vigésima Quinta Semana Durante
el Año
Lecturas:
Sabiduría 2, 12. 17-20
/ Salmo 53, 3-6. 8 El Señor es mi apoyo verdadero / Santiago 3, 16—4, 3
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 9, 30-37
Jesús atravesaba la Galilea
junto con sus discípulos y no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y
les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo
matarán y tres días después de su muerte, resucitará». Pero los discípulos no
comprendían esto y temían hacerle preguntas.
Llegaron a Cafarnaún y, una
vez que estuvieron en la casa, les preguntó: «¿De qué hablaban en el camino?»
Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
Entonces, sentándose, llamó a
los Doce y les dijo: «El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de
todos y el servidor de todos».
Después, tomando a un niño, lo
puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: «El que recibe a uno de estos
pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que
recibe, sino a aquel que me ha enviado».
Palabra del Señor.
MEDITACION
¿Por qué «El Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los hombres [y] lo matarán»? (Ev), porque «se opone a
nuestra manera de obrar; […] y nos reprocha las faltas contra la enseñanza
recibida» (1L), una enseñanza antimaterialista, pero «ustedes ambicionan, y si
no consiguen lo que desean, matan» (2L), sin embargo, Jesús lo enfrenta,
sabiendo que «Dios es mi ayuda, el Señor es mi verdadero sostén» (Sal)
¿Qué debiese
caracterizar a un grupo de personas para llegar a ser llamado “comunidad
cristiana”?
¿Será el
reunirse periódicamente?
¿Será el
manifestar juntos una creencia común?
¿Será el
decir que se tiene fe en Dios?
Todo lo
anterior está bien, ya que es necesario hacerlo. Pero…
Hay que
estar atentos a que el encuentro habitual no se transforme en rutinario…
Además, poner
en permanente revisión lo que se supone creer, para no caer en fanatismos…
Y, lo que
debiese ser lo más importante: que esa fe en Dios se manifieste en obras
concretas.
Para estar
seguros que esas obras son las que le agradarían a Él, quienes nos decimos
cristianos, debemos mirar, escuchar e intentar asemejarnos al ejemplo de Jesús,
el Cristo.
Hoy, en el
evangelio, él nos presenta un criterio diferenciador fundamental.
Porque parece
ser parte de nuestra naturaleza buscar ser respetados, halagados y queridos. Y
eso nos lleva a tener actitudes que buscan acceder a posiciones de privilegio y,
después, a realizar lo que nos parezca necesario para conservarlas.
El problema
es que, como todos vamos tras lo mismo, nuestros intereses chocan con los de
los otros y, por eso, surgen los conflictos y la mala convivencia entre
nosotros, aunque nos digamos “hermanos”.
Debido a
esto tan evidente, el Maestro de los Doce –y nuestro, si nos llamamos
cristianos- enseña que, para encontrar el camino a la vida en abundancia, que
fue su misión entre nosotros, debemos cambiar eso, para tener ante el Padre
Dios y los hermanos, la actitud sencilla de un niño, ya que Él –así lo dicen
las Escrituras- es «el Dios
de los humildes, el defensor de los desvalidos, el apoyo de los débiles, el
refugio de los abandonados y el salvador de los desesperados» (Judit 9,11).
Por
lo tanto, ser pequeño para el mundo es estar más cerca de Dios.
Y, como
muestra de que la vida y la palabra de Jesús eran una sola cosa, en una de las
primeras prédicas de Pedro, éste resumió la misión de su amigo de esta manera: «Él pasó haciendo el bien» (Hechos 10,38). Claro y contundente. Y lo hizo de esa manera, debido a
que, en sus propias palabras, «no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida» (Mt 20,38).
¿Qué
diferenciaría a un grupo de creyentes en Dios de una auténtica comunidad
cristiana, entonces?
La
principal señal es que en ella, «el que
quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos».
Que
queramos hacerle honor al nombre de cristianos que solemos usar, siguiendo el
camino del servicio de Jesús, el Cristo. Así sea.
Buscando ser los últimos en privilegios
para ser primeros en llenar de Paz, Amor y Alegría a los demás y a nuestra vida,
Miguel
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