«El que quiere ser el primero,
debe hacerse el último de todos
y el servidor de todos»
(Mc 8,34-35)
Quien desee conquistar el vértice de la
Divinidad que busque la humildad más profunda; quien quiera superar al hermano
en el Reino, que antes lo supere en el obsequio.
Como dice el apóstol: «Amándoos de corazón
unos a otros con el amor fraterno, honrando cada uno a los otros más que a sí
mismo» (Rm 12, 10); quien quiera destacar en santidad, que destaque en el
servicio.
Máximo
de Turín
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