lunes, 2 de noviembre de 2015

Confiar más en Su infinita misericordia



2 de Noviembre de 2015
Conmemoración de todos los fieles difuntos

Lecturas:
I Corintios 15, 51-57 / Salmo 129, 1-6 Mi alma espera en el Señor

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan   11, 17-27
Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días.
Betania distaba de Jerusalén sólo unos tres kilómetros.
Muchos judíos habían ido a consolar a Marta y a María, por la muerte de su hermano.
Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa.

Marta dijo a Jesús: "Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas".
Jesús le dijo: "Tu hermano resucitará".

Marta le respondió: "Sé que resucitará en la resurrección del último día".
Jesús le dijo: "Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?".

Ella le respondió: "Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo".
Palabra del Señor.

MEDITACION
Por razones prácticas (el feriado es el 1 y no este día), la mayoría de las familias, al menos en nuestro país, ayer y no hoy conmemoraron a sus queridos difuntos.
Recuerdo que cierta vez un hermano evangélico me preguntó por qué los católicos suelen decir, cuando alguien fallece, que ya está en el cielo o con Dios.
Es complejo para mucha gente, también católicos, aceptar que haya un paso directo de la muerte al “paraíso”. ¿Y el juicio, el infierno… el purgatorio, el limbo…y quizás que otros “paraderos” que imaginamos como previos?.
Por mi parte, «Mi alma espera en el Señor, y yo confío en su palabra» (Sal), por lo que entiendo que ésta busca interpretarnos cuando pide: «¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas! ¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!» (Sal 51,3-4).
Esto, con la confianza de saber que «el Señor espera para apiadarse de ustedes; a pesar de todo, él se levantará para tenerles compasión; porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Felices todos los que esperan en él!» (Is 30,18).
Y con la certeza que «todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús» (Rom 3,23-24), porque Dios es rico en misericordia (Ef 2,4), dándonos ejemplo de eso Jesús, con su forma de relacionarse con los demás mientras anduvo por nuestra tierra.
Por eso, me atrevo a creer que sus brazos se abren generosamente a la entrada del cielo.

Que prediquemos mucho más tu infinita misericordia, Señor, para deshacer temores y angustias que otros cristianos siembran. Así sea.

Intentando vivir las bienaventuranzas de la Paz, el Amor y la Alegría, que son el camino hacia la Vida plena,
Miguel

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