martes, 3 de noviembre de 2015

Los “indignos” son especialmente invitados



3 de Noviembre de 2015
Martes de la Trigésimo Primera Semana

Lecturas:
Romanos 12, 5-16 / Salmo 130, 1-3 ¡Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor!

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas   14, 1. 15-24
    Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos.
    Uno de los invitados le dijo: «¡Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios!»
    Jesús le respondió: «Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora de cenar, mandó a su sirviente que dijera a los invitados: "Vengan, todo está preparado." Pero todos, sin excepción, empezaron a excusarse. El primero le dijo: "Acabo de comprar un campo y tengo que ir a verlo. Te ruego me disculpes." El segundo dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos. Te ruego me disculpes". Y un tercero respondió: "Acabo de casarme y por esa razón no puedo ir."
    A su regreso, el sirviente contó todo esto al dueño de casa, y este, irritado, le dijo: "Recorre en seguida las plazas y las calles de la ciudad, y trae aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los paralíticos".
    Volvió el sirviente y dijo: "Señor, tus órdenes se han cumplido y aún sobra lugar".
    El señor le respondió: "Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena"».
Palabra del Señor.

MEDITACION

Ayer hablábamos de la infinita misericordia de Dios, la que grafica Jesús en esta significativa parábola.
Mientras los invitados (los que nos suponemos dentro de los elegidos) se hacen los difíciles, el anfitrión, imagen del Padre, no se guarda nada de su amor generoso y busca que llegue a todos los que están “al costado”, los que se sienten indignos, porque los han hecho sentir así.
Y, ojo, que, por su actitud, «ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena».

Que recordemos la necesaria humildad que hace falta para poder acceder al banquete de tu amor, Señor, y busquemos acceder con esa disposición junto a muchos hermanos. Así sea.

Intentando vivir las bienaventuranzas de la Paz, el Amor y la Alegría, que son el camino hacia la Vida plena,
Miguel

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