jueves, 19 de noviembre de 2015

El reinado de la verdad



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
22 de Noviembre de 2015
Jesucristo, Rey del Universo

Lecturas:
Daniel 7, 13-14 / Salmo 92, 1-2. 5 ¡Reina el Señor, revestido de majestad! / Apocalipsis 1, 5-8

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan   18, 33-37
    Pilato llamó a Jesús y le preguntó: «¿Eres Tú el rey de los judíos?»
    Jesús le respondió: «¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?»
    Pilato replicó: «¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?»
    Jesús respondió:
        «Mi realeza no es de este mundo.
        Si mi realeza fuera de este mundo,
        los que están a mi servicio habrían combatido
        para que Yo no fuera entregado a los judíos.
        Pero mi realeza no es de aquí».
    Pilato le dijo: «¿Entonces Tú eres rey?»
    Jesús respondió:
        «Tú lo dices: Yo soy rey.
        Para esto he nacido
        y he venido al mundo:
        para dar testimonio de la verdad.
        El que es de la verdad, escucha mi voz».
Palabra del Señor.

MEDITACION
Con su vida, se demostró que «Jesucristo es el Testigo fiel» (2L) del Padre, es decir, de su Amor y de su Misericordia para con todos. Y, creemos que, porque fuiste fiel, «Tus testimonios, Señor, son dignos de fe» (Sal), una fe que se demuestra siendo fieles a nuestra vez, porque, dice él mismo: «El que es de la verdad, escucha mi voz» (Ev). Y, mientras más de quienes creemos en su palabra y su ejemplo hacemos lo que está en nuestras manos para que ésta sea efectiva, se va cumpliendo el que su reinado de amor y verdad sea «un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido» (1L).
Aún conmocionados con los masivos ataques por parte del Ejército Islámico contra París, surge el imperativo de preguntarnos, como seres racionales, ¿qué motiva algo que, a simple vista, parece tan sin sentido y, por ello, tan horrible?
Por cierto, las primeras respuestas que obtendremos serán las obvias de quienes se identifican con la cultura occidental y desconocen la islamista: son fanáticos, seguidores de una religión intolerante con los demás hasta llegar a actuar con extrema violencia.
Pero, ¿esa es La Verdad, única e irrebatible…?
No. Hay otras visiones posibles.
Una recuerda que este grupo es fruto, principalmente, de las condiciones que provocó la intervención de Irak y la más reciente a Siria por EE.UU., con el apoyo, entre otros países, precisamente de Francia, para mantener la influencia sobre una tierra riquísima en petróleo. Esa misma agresión es utilizada por los líderes de esa agrupación para atraer más personas a sumarse a la venganza que, según su interpretación del Corán, el libro sagrado al que siguen, les corresponde.
Esa es otra verdad.
Por otro lado, especialmente en países de Europa, las comunidades musulmanas buscan diferenciarse de las acciones de este grupo, señalando que sus Escrituras prohíben la muerte de inocentes y recordando que un musulmán jamás debe comenzar una agresión, aunque se le permite responder a ella, como un método de sobrevivencia. Además, explican que Islam (la religión) y musulmán (el creyente) provienen de una palabra que significa paz.
Una verdad desconocida…
Por último, y volviendo a los terribles sucesos en París, ¿acaso no es cierto que, pese a que teóricamente creemos que todos los seres humanos son iguales (y los cristianos, que todos somos hijos de Dios), mientras en Medio Oriente mueren cientos y miles a diario, sólo nos preocupan o llaman nuestra atención las víctimas cuando están al lado al que culturalmente nos sentimos más próximos?
Usando este pequeño ejercicio, podemos concluir que no existe la verdad en singular; existen muchas, dependiendo de las vivencias de cada persona o grupo de ellas, por lo que, ni el mundo ni ninguna circunstancia, debe comprenderse en blanco y negro; ya que existen innumerables matices, casi tantos como personas existen.
¿Cómo entender, entonces, una frase como «El que es de la verdad, escucha mi voz»?
Me parece que teniendo presente que su verdad, aquella por la que se jugó y le quitaron la vida, fue que Dios no era un Amo que quiere ser servido, sino el Amor que se pone al servicio de todos sin distinción. Entonces, todo lo que él hizo y lo que dijo buscaban ponerlo en comunión con ese que era su Padre, es decir, con esa verdad en la que creía profundamente.
Y eso, para el poder político y la religión era y sigue siendo intolerable, porque tanta generosidad no se puede manipular en beneficio propio.
Debido a eso, su «realeza no es de este mundo», porque aquellas otras imponen todo por la fuerza.
Jesús, muy por el contrario, no fue –y, por lo mismo no habla como- un fanático. Por eso, Él, que buscó vivir muy honestamente la verdad de Dios que había descubierto, invita a que todos hagamos lo mismo y seamos consecuentes con lo que decimos creer.
La coherencia de vida sí es una verdad que sirve a todos.
Entonces, esta fiesta es otra buena ocasión para definirnos: ¿lo queremos a él como a un rey de este mundo, combatiendo contra los que se le oponen; o, porque su realeza es distinta, nos ponemos en sintonía con esa verdad inclusiva?.
¿Cómo?. Él mismo lo insinúa este día: escuchando la voz (aceptando las invitaciones a amar) de quien vino «para dar testimonio de la verdad».

Que hagamos lo que nos sea posible para que venga a nosotros tu Reino, Señor, comenzando por ser fieles a la verdad que hace libres, contenida en tu Palabra. Así sea.

Intentando lograr que la Verdad que produce Paz, Amor y Alegría guíe nuestras vidas,
Miguel

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