lunes, 9 de noviembre de 2015

El signo más poderoso es su propia vida



9 de Noviembre de 2015
Dedicación de la basílica de San Juan de Letrán

Lecturas:
Ezequiel 47, 1-2. 8-9. 12 / Salmo 45, 2-3. 5-6. 8-9 Vengan a contemplar las obras del Señor / I Corintios 3, 9-11. 16-17

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan   2, 13-22
    Se acercaba la Pascua de los judíos. Jesús subió a Jerusalén y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio».
    Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura:
    "El celo por tu Casa me consumirá".
    Entonces los judíos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?»
    Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar».
    Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
    Pero Él se refería al templo de su cuerpo.
    Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.
Palabra del Señor.

MEDITACION
El Templo, el lugar más sagrado de la religión judía, tenía, por razones prácticas, personas que vendían los animales que se sacrificaban ahí. La gente venía de todo el país y no harían el viaje con un buey o una oveja.

Además, los que venían de otros países o de regiones donde se comerciaba con extranjeros, traían monedas paganas no válidas ahí. Para eso estaban los cambistas, que la transformaban en dinero oficial.
Era la ley, pero ¿era lo que querría Dios?. A Jesús le parece que no, y actúa al respecto.
¿Con qué derecho lo hacía? (que es lo que querían saber cuando le preguntaban por el “signo”).
Con el que le daba ser Hijo de Dios.
Y eso lo comprobarían cuando ellos, por su forma de vivir y de relacionarse con los demás, destruyeran el templo de su cuerpo, pero él lo volviese a levantar, tras su resurrección. Porque él, y no ellos, estaba en lo correcto.

Que tratemos, cada vez más, cada vez mejor, de hacer lo que consideramos correcto, pese a las dificultades que nos acarree, confiados en tu palabra y tu ejemplo, Señor. Así sea.

Intentando abrir cada vez más el corazón, para que entren su Paz, Amor y Alegría, convirtiéndose en generosidad,
Miguel

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