16 de Noviembre de 2015
Lunes de la Trigésimo Tercera Semana Durante el Año
Lecturas:
Macabeos 1, 10-15. 41-43. 54-57. 62-64 / Salmo 118, 53. 61. 134. 150. 155. 158 ¡Dame
vida, Señor, y guardaré tus mandamientos!
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 18, 35-43
Cuando se acercaba a Jericó,
un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que
pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía. Le respondieron que pasaba Jesús de
Nazaret. El ciego se puso a gritar: «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de
mí!» Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba
más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se detuvo y mandó que se
lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por
ti?».
«Señor, que yo vea otra vez.»
Y Jesús le dijo: «Recupera la
vista, tu fe te ha salvado.» En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y
siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a
Dios.
Palabra del Señor.
Primero hay que querer sanar.
Después, hay que buscar quien nos sane.
Como nada es fácil, hay que ser persistente y superar las dificultades.
Luego, hay que saber expresar qué es precisamente lo que necesitamos que
nos sanen.
Una vez obtenido lo que deseamos, hay que ser concretamente agradecidos.
De otra manera podremos haber sanado, pero no nos habremos salvado (del
egoísmo, del individualismo, del materialismo…).
Que nuestra fe se demuestre en querer ser liberados, junto a nuestros
hermanos, de los males que enferman a nuestra sociedad y en intentar ayudar a
sanar a otros a nuestra vez. Así sea.
Con el corazón lleno de Paz, Amor y Alegría
porque la esperanza está activa,
Miguel
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