«En ese tiempo, […] se verá al Hijo del hombre venir sobre las
nubes,
lleno de poder y de gloria.
Y él enviará a los ángeles para que congreguen a sus
elegidos
desde los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro
del horizonte»
(Mc 13,26-27)
Más allá del lenguaje de las imágenes, son
éstos los elementos que constituyen su contenido: el triunfo del Hijo del
Hombre, que parece ahora ser desmentido por la historia, será visible a todos;
será inesperado; el juicio; la reunión de todos los elegidos en la gran familia
de Dios (en efecto, el plan de Dios es un plan de hermandad universal).
Queda por aclarar todavía un punto: la vuelta
del Hijo del hombre en poder y majestad no significa, de ningún modo, que Dios,
al final, abandona el camino del amor para sustituirlo por el de la fuerza. Si
así fuera, la cruz dejaría de ser el centro del plan de la salvación y el mismo
comportamiento de Dios acabaría dándoles la razón a todos los que afirman que
el amor es inútil, incapaz de conseguir su finalidad; ¡sólo la fuerza es
eficaz! Pero no es así, ni mucho menos. La vuelta del Hijo del Hombre será el
triunfo del Crucificado (Mc/14/61-62), la demostración de que el amor es
poderoso, victorioso.
Bruno
Maggioni
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