31 de Diciembre de 2015
Séptimo Día de la Octava de Navidad
Lecturas:
I Juan 2, 18-21
/ Salmo 95, 1-2. 11-13 ¡Alégrese el cielo y exulte la tierra!
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 1, 1-18
Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la
Palabra era Dios.
Al principio estaba junto a Dios.
Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se
hizo nada de todo lo que existe.
En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron.
Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos
creyeran por medio de él.
Él no era la luz, sino el testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a
todo hombre.
Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el
mundo no la conoció.
Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron.
Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les
dio el poder de llegar a ser hijos de Dios.
Ellos no nacieron de la sangre, ni por obra de la carne, ni de la
voluntad del hombre, sino que fueron engendrados por Dios.
Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.
Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe del Padre como
Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de Él, al declarar: «Este es aquel del que yo dije: El
que viene después de mí me ha precedido, porque existía antes que yo.»
De su plenitud, todos nosotros hemos participado y hemos recibido gracia
sobre gracia: porque la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la
verdad nos han llegado por Jesucristo.
Nadie ha visto jamás a Dios; el que lo ha revelado es el Dios Hijo
único, que está en el seno del Padre.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Último día del año.
Esta noche podremos decir: «Hijos
míos, ha llegado la última hora» (1L).
¿Acaso no sería bello poder afirmar, como evaluación final de lo que
hemos vivido: «La Palabra se hizo carne y
habitó entre nosotros. Y nosotros hemos visto su gloria, la gloria que recibe
del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad».
Y, como consecuencia de esto, dedicarnos a transmitir –con los gestos y
las acciones, mucho más que con palabras (aunque también con palabras)- esa
gloria que hemos visto: su misericordia, su compasión, su amor, que dignifican
a cada ser humano.
Porque si viviendo de esa manera, se cumple la palabra: «Él gobernará al mundo con justicia, y a los
pueblos con su verdad» (Sal).
Que seamos testigos de tu bondad en el Mundo y en nuestro mundo, Señor,
este fin de año y siempre. Así sea.
Buscando que la Paz, el Amor y la Alegría
que dan el sentirnos hijos de Dios, se proyecten desde nuestra vida,
Miguel


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