1 de Diciembre de 2015
Martes de la Primera Semana de Adviento
Lecturas:
Isaías 11, 1-10
/ Salmo 71, 1-2. 7-8.
12-13. 17 ¡Que en sus días florezca la
justicia!
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 21-24
En aquel momento Jesús se
estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo:
«Te alabo, Padre, Señor del
cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes
y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo
me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre,
como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo
quiera revelar.» Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a
ellos solos:
«¡Felices los ojos que ven lo
que ustedes ven!. ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que
ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Temo sonar irreverente por tener preferencias
al respecto, pero este es el textos del evangelio que más me gusta.
Porque nos muestra que «Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: “Te
alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a
los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños.”»
Eso me habla de que Jesús no es, como me
enseñaron desde pequeño, alguien serio que sólo decía frases solemnes; tampoco
esa imagen como en permanente Via Crucis.
Él era una persona alegre y sensible. Y con
ese gozo también oraba. Y no sólo lo hacía para pedir, sino también para
alabar. Y no lo hacía por el bien de su propia alma, sino por lo que veía que
sucedía con los demás.
Además, y esto no es nada intrascendente, el
motivo de su alegría es que los pequeños sobresalen.
Que podamos sentir como tú, Señor, alegría por
todo lo que hace el Padre para que nuestro mundo sea más bello, compensando a
los despreciados por los demás, poniéndose de su lado y dándoles su amor. Así
sea.
Llenos de esperanza en que llegará el
tiempo de la Paz, el Amor y la Alegría definitivas,
Miguel
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