2 de Diciembre de 2015
Miércoles de la Primera Semana de Adviento
Lecturas:
Isaías 25, 6-10
/ Salmo 22, 1-6 Habitaré por siempre en la Casa del Señor
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 15, 29-37
Jesús llegó a orillas del mar
de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó. Una gran multitud acudió a él,
llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los
pusieron a sus pies y él los curó. La multitud se admiraba al ver que los mudos
hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los
ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel.
Entonces Jesús llamó a sus
discípulos y les dijo: «Me da pena esta multitud, porque hace tres días que
están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque
podrían desfallecer en el camino.»
Los discípulos le dijeron: «¿Y
dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan
para saciar a tanta gente?»
Jesús les dijo: «¿Cuántos
panes tienen?»
Ellos respondieron: «Siete y
unos pocos pescados.»
El ordenó a la multitud que se
sentara en el suelo; después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los
partió y los dio a los discípulos.
Y ellos los distribuyeron
entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que
sobraron se llenaron siete canastas.
Palabra del Señor.
MEDITACION
No es posible decirse cristianos y no intentar
parecerse a Cristo.
Así de simple.
¿Cuál fue su actitud permanente ante los
demás?
Quien acudió a él nunca volvió con las manos
vacías.
Pero no sólo eso: su sensibilidad ante las
carencias de los demás era tan grande que, además, buscó solucionar los
problemas que notaba.
No puedo dejar de pensar cuán diferente sería
el mundo si la tercera parte de la humanidad que se dice seguidora suya,
efectivamente intentara actuar como él…
Que nunca nadie con dificultades pase cerca
nuestro sin llevar, si no una solución, al menos nuestra cercanía. Así sea.
Llenos de esperanza en que llegará el
tiempo de la Paz, el Amor y la Alegría definitivas,
Miguel
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