PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
24 de Enero de 2016
Tercer Domingo Durante el Año
Lecturas:
Nehemías 8, 2-6. 8-10
/ Salmo 18, 8-10. 15 Tus palabras, Señor, son Espíritu y Vida
/ I Corintios 12, 12-30
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 1, 1-4; 4, 14-21
Muchos han tratado de relatar
ordenadamente los acontecimientos que se cumplieron entre nosotros, tal como
nos fueron transmitidos por aquéllos que han sido desde el comienzo testigos
oculares y servidores de la Palabra. Por eso, después de informarme
cuidadosamente de todo desde los orígenes, yo también he decidido escribir para
ti, excelentísimo Teófilo, un relato ordenado, a fin de que conozcas bien la
solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea con el
poder del Espíritu y su fama se extendió en toda la región. Enseñaba en las
sinagogas y todos lo alababan.
Jesús fue a Nazaret, donde se
había criado; el sábado entró como de costumbre en la sinagoga y se levantó
para hacer la lectura. Le presentaron el libro del profeta Isaías y,
abriéndolo, encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor
está sobre mí,
porque me ha consagrado
por la unción.
Él me envió a llevar la
Buena Noticia a los pobres,
a anunciar la liberación a
los cautivos
y la vista a los ciegos,
a dar la libertad a los
oprimidos
y proclamar un año de
gracia del Señor».
Jesús cerró el Libro, lo
devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en
él. Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la
Escritura que acaban de oír».
Palabra del Señor.
MEDITACION
Creemos que «la palabra del Señor es pura [y] permanece
para siempre» (Sal), por eso, porque
ella lo dice, sabemos que «un día
consagrado al Señor» -o muchos días o una vida que quiera adorarle- significa
alegría y compartir con quien no tiene (1L), porque
Él nos quiere unidos: «todos hemos sido
bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo» (2L). En un mundo gobernado por el
individualismo egoísta esto es «llevar la
Buena Noticia a los pobres [y] dar la libertad a los oprimidos» (Ev) por un
sistema organizado contra la solidaridad y la dignidad de todos.
Nuestros actos, pensamientos y gestos están motivados por variadas
fuentes, muchas de las cuales están vinculadas entre sí: la educación recibida;
un gusto o una pasión adquirida; el amor o cariño por otros; y, como
convergencia de todo esto –y más- está la búsqueda de la felicidad.
Sin embargo, a través de la Historia han existido personas excepcionales
que se han enfrentado y vencido
dificultades que a nosotros nos parecen obstáculos insalvables.
En la historia del cristianismo, que se funde con la Historia de la
humanidad, también encontramos héroes de la fe y de la vida.
Parece haber algo más, entonces: una fuerza poderosa. ¿Qué es?
Por ejemplo, preguntémonos:
¿Cómo hizo Pablo de Tarso para convertirse de fanático perseguidor del
cristianismo a ser uno de los principales impulsores y teóricos de sus inicios?
¿Qué hizo a Francisco de Asís, en tiempos de ampulosidad, dar testimonio
radical de pobreza y humildad?
¿Cómo llega Teresa de Ávila, perseguida por la Inquisición y afectada
por graves enfermedades a escribir: “Nada te turbe, nada te espante; sólo Dios
basta”?
¿Qué movía a Mary Slessor, la escocesa que gastó su vida defendiendo y
educando a los nativos de Nigeria, llamada, por eso, “la madre de todos”?
¿Qué impulsó a Corrie Ten Boom, a realizar la peligrosa labor de
rescatar judíos perseguidos por la crueldad nazi?
¿Qué fuerza interna movía a Martin Luther King para emprender la
aparentemente imposible tarea de cambiar un Estado basado en la discriminación?
¿Por qué Gladys Aylward dejó Gran Bretaña para ir a rescatar huérfanos a
China?

¿A qué se debe que, aún hoy, centenas de miles de personas no renieguen
de su fe en los distintos territorios gobernados por la intolerancia, y se transformen,
por ello, en mártires?
Jesús hoy nos da una pista para comprenderlo. Hablando de sí mismo, de
su misión y de lo que lo impulsaba, tomó un texto de las Escrituras para decir:
«El Espíritu del Señor está sobre mí»,
el cual le hace sentir la necesidad de «llevar
la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la
vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos…». Y a eso dedicó su
vida.
Hay muchos más que los mencionados anteriormente, quienes, gracias a
Dios y con la fuerza de su Espíritu, han marcado nuestra historia y la
Historia.
De muchos más ni siquiera se conservan los nombres, aunque sí los
conocen todos aquellos que fueron –y son- beneficiados por sus acciones en
busca del bien de los demás.
Sin embargo, ellos, por cierto, en su momento escucharán la bienvenida:
«alégrense […] de que sus nombres estén escritos en el cielo» (Lc 10,20)
Que nos dejemos guiar por el Espíritu que has puesto sobre nosotros,
Señor, de manera tal que sirvamos de manera efectiva y afectiva a nuestros
hermanos. Así sea.
Buscando llevar la Buena Noticia de la Paz,
el Amor y la Alegría a los empobrecidos materiales y los pobres de esperanzas,
Miguel
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