30 de Enero de 2016
Sábado de la Tercera Semana Durante el Año
Lecturas:
II Samuel 12, 1-7. 10-17 / Salmo 50, 12-17 Crea en mí, Dios mío,
un corazón puro
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos 4, 35-40
Al atardecer de aquel día, Jesús dijo a sus discípulos: «Crucemos a la
otra orilla.» Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como
estaba. Había otras barcas junto a la suya.
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca,
que se iba llenando de agua. Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el
cabezal. Lo despertaron y le dijeron: «¡Maestro! ¿No te importa que nos
ahoguemos?»
Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: «¡Silencio!
¡Cállate!» El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.
Después les dijo:
«¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Jesús tenía jornadas agotadoras y se cansaba y dormía. Y profundo, según
este relato, ya que ni la tempestad se lo impidió.

Entonces, como él, debiésemos, con un poco de coherencia, buscar sanar
los dolores de nuestros hermanos, ponernos del lado de la defensa de su
dignidad y consolar a los tristes y angustiados.
Bellamente el Concilio Vaticano II afirma acerca de esto: “Los gozos y
las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo,
sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas,
tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente
humano que no encuentre eco en su corazón.” (Gaudium
et Spes N° 1).
Y el apóstol recomienda: «Alégrense con los que están alegres, y
lloren con los que lloran» (Rom 12,15).
Que, como tú, Señor, no permitamos que nada de lo humano nos sea ajeno,
sino, por el contrario, lo hagamos nuestro y reaccionemos en consecuencia. Así
sea.
Buscando llevar la Buena Noticia de la Paz,
el Amor y la Alegría a los empobrecidos materiales y los pobres de esperanzas,
Miguel
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