29 de Febrero de 2016
Lunes de la Tercera Semana de Cuaresma
Lecturas:
II Reyes 5, 1-15
/ Salmo 41, 2-3; 42, 3-4 ¡Mi alma tiene sed del Dios viviente!
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 4, 24-30
Cuando Jesús llegó a Nazaret,
dijo a la multitud en la sinagoga:
«Les aseguro que ningún
profeta es bien recibido en su tierra. Yo les aseguro que había muchas viudas
en Israel en el tiempo de Elías, cuando durante tres años y seis meses no hubo
lluvia del cielo y el hambre azotó a todo el país. Sin embargo, a ninguna de
ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta, en el país de Sidón.
También había muchos leprosos
en Israel, en el tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue sanado,
sino Naamán, el sirio.»
Al oír estas palabras, todos
los que estaban en la sinagoga se enfurecieron y, levantándose, lo empujaron
fuera de la ciudad, hasta un lugar escarpado de la colina sobre la que se
levantaba la ciudad, con intención de despeñarlo. Pero Jesús, pasando en medio
de ellos, continuó su camino.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Jesús no estaba inventando historias. Los casos de Elías y Eliseo son
relatos que todos quienes le escuchaban habían oído más de una vez, por ser
parte de su historia y de su religión.
Lo que les molestó mucho fue que les hiciera notar que, así como estos
grandes profetas atendieron a extranjeros y paganos antes que a sus paisanos,
debido a la cerrazón que habían percibido, lo mismo podría ocurrir con ellos.
Y, como suele suceder entre nosotros, ante las verdades reaccionamos más
con violencia que con amplitud, reconocimiento y conversión.
Hoy lo hacemos más bien con indiferencia…
Que tengamos los sentidos atentos para captar los mensajes de los
diversos profetas que pones en nuestro camino, Señor. Así sea.
Aprendiendo a llenarnos de Paz, Amor y
Alegría, que nos ayuden a ser misericordiosos como el Padre Dios,
Miguel
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