22 de Marzo de 2016
Martes de Semana Santa
Lecturas:
Isaías 49, 1-6
/ Salmo 70, 1-6. 15. 17 Mi boca anunciará tu salvación, Señor
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 13, 21-33. 36-38
Jesús, estando en la mesa con sus discípulos, se estremeció y manifestó
claramente:
«Les
aseguro que uno de ustedes me entregará.»
Los
discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería.
Uno
de ellos -el discípulo al que Jesús amaba- estaba reclinado muy cerca de Jesús.
Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: «Pregúntale a quién se refiere.» El se
reclinó sobre Jesús y le preguntó: «Señor, ¿quién es?»
Jesús le respondió: «Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en
el plato.»
Y
mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. En cuanto
recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: «Realiza pronto
lo que tienes que hacer.»
Pero
ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba
encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra
lo que hace falta para la fiesta», o bien que le mandaba dar algo a los pobres.
Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.
Después que Judas salió, Jesús dijo:
«Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado
y
Dios ha sido glorificado en Él.
Si
Dios ha sido glorificado en Él,
también lo glorificará en sí mismo,
y lo
hará muy pronto.
Hijos míos,
ya
no estaré mucho tiempo con ustedes.
Ustedes me buscarán,
pero
Yo les digo ahora
lo
mismo que dije a los judíos:
"A donde Yo voy,
ustedes no pueden venir".»
Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿a dónde vas?»
Jesús le respondió: «Adonde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero
más adelante me seguirás.»
Pedro le preguntó: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida
por ti.»
Jesús le respondió: «¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el
gallo antes que me hayas negado tres veces.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Es importante recordar (y para eso sirve, por ejemplo, este texto) que
no sólo Judas traiciona a Jesús.
Claro, él fue el “soplón”, pero Pedro, tan cercano al Maestro, hasta el
punto de afirmar que era capaz de dar su vida por él, lo negaría tres veces. Y
habiendo estado advertido previamente…
En lo que se diferencian es en la actitud posterior: mientras uno entra
en la angustia absoluta, el otro es capaz de confiar en la misericordia de
Jesús.
Cuando te toque caer (porque que lo harás, es de las pocas cosas que podemos estar seguros), ¿qué actitud
adoptarás? ¿la de quien cree que su pecado es más grande que Dios? ¿o la de
quien se sabe hijo del Padre bueno?
Que podamos, en primer lugar, confiar en tu misericordia, Señor y que,
luego, seamos portadores de ella para los demás. Así sea.
Intentando estar entre quienes se dejan
enviar a anunciar, de palabra y con la vida, la Paz, el Amor y la Alegría del
Reino de Dios,
Miguel
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