23 de Marzo de 2016
Miércoles de Semana Santa
Lecturas:
Isaías 50, 4-9
/ Salmo 68, 8-10. 21-22. 31.
33-34 En el momento favorable, respóndeme,
Dios mío
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo 26, 14-25
Uno
de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les
dijo: «¿Cuánto me darán si se lo entrego?» Y resolvieron darle treinta monedas
de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para
entregarlo.
El
primer día de los Acimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: «¿Dónde
quieres que te preparemos la comida pascual?»
El
respondió: «Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: "El
Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis
discípulos".»
Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.
Al
atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo:
«Les aseguro que uno de ustedes me entregará.»
Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno:
«¿Seré yo, Señor?»
El
respondió: «El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a
entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel
por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!»
Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: «¿Seré yo, Maestro?»
«Tú lo
has dicho», le respondió Jesús.
Palabra del Señor.
MEDITACION
Todos somos potenciales traidores…
Judas lo hizo por treinta monedas. Pero…
Otros lo traicionarán, en sus hermanos, por “cuidar la pega”, por un
beneficio económico, por ganarse la consideración de algún personaje… ¡tantos
precios que tiene nuestra lealtad!
Pero, ¿cuándo hemos hecho eso?
Cuando responsabilizamos a un/a compañero/a por un error grave, sin
tener suficientes antecedentes o, lisa y llanamente, falseando datos para
salvarnos de una reprimenda; cuando estamos dispuestos a pasar por encima de
otro/a o a usarlo/a para obtener nuestros objetivos materiales; cuando nos
interesa, por algún motivo, integrarnos al círculo de amistad o de influencia
de alguien y, para lograrlo, somos capaces de hablar mal de otro/a…o ayudar a
marginarlo/a.
En fin, cada vez que traicionamos nuestro sentido humano, actuando en
contra de alguien, que generalmente está entre los “inferiores” de nuestros
ambientes.
No olvidemos que, en esto también, «cada vez que lo hicieron con el más
pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo» (Mt
25,40).
Que no nos dejemos comprar la conciencia ni las actitudes, Señor, para
no traicionar confianzas, cariños y a nosotros mismos. Así sea.
Intentando estar entre quienes se dejan
enviar a anunciar, de palabra y con la vida, la Paz, el Amor y la Alegría del
Reino de Dios,
Miguel
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