miércoles, 23 de marzo de 2016

Es tiempo de celebrar en qué creemos



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
27 de Marzo de 2016
Domingo de Pascua de Resurrección

Lecturas:
Hechos 10, 34. 37-43 / Salmo 117, 1-2. 16-17. 22-23 Este es el día que hizo el Señor: alegrémonos y regocijémonos en él / Colosenses 3, 1-4

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan   20, 1-9
    El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
    Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.
Palabra del Señor.

MEDITACION
No podía ser de otra manera: «él debía resucitar de entre los muertos» (Ev), porque cumplió su misión: «pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él» (1L) y «porque es eterno su amor» (Sal). Corresponde, después de esto, que quienes creen en el Resucitado «busquen los bienes del cielo» (2L), de la manera más semejante posible a como lo hizo Jesús cuando anduvo, amó y sirvió entre nosotros.
Es Pascua de Resurrección.
Es tiempo de celebrar en qué creemos.
Creemos que el mismo Jesús que había sido ajusticiado dejó de estar donde lo habían dejado los que quisieron silenciarlo para siempre. Y que no estaba en el sepulcro, porque resucitó.
Creemos que nadie presenció la Resurrección, pero que sus seguidores de entonces y los que fueron sumándoseles con el paso de los años, comenzaron a sentirlo vivo en cada creyente, en la comunidad y en el mundo.
Creemos que resucitar no se trata de hacer retroceder la muerte para volver a vivir, sino de avanzar a otra vida liberados/as de las limitaciones de nuestro cuerpo y todos nuestros lastres humanos: egoísmos, traiciones, insolidaridades...
Creemos que «Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres» (Filipenses 2,6-7a), vivió como un carpintero provinciano que cuidaba de su madre, y aprendió a identificarse con quienes pasan por la tierra sufriendo dificultades por estar entre los marginados de todos los tiempos.
En ese proceso aprendió la fe de los pobres: la que ha descubierto que únicamente se puede confiar en Dios, porque los poderosos sólo los utilizan.

De esa manera, llegó a comprender que Dios era un Padre que amaba tanto a la humanidad que se entregaba entero por ella y le enviaba a hacer lo mismo. Y eso hizo, sin temor al enfado que les causaría a quienes perderían privilegios si se masificaba esta comprensión “democrática” de la relación con el Altísimo.
Y lo realizó «presentándose con aspecto humano, [y] se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso [para confirmar que su estilo de vida era el correcto y no el de quienes, usando su Nombre, lo mataron], Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: "Jesucristo es el Señor"» (Flp 2,7b-11).

Porque resucitaste para seguir vivo entre nosotros y desde nosotros, para poder colmar de Vida buena nuestro mundo, gracias, Señor.

Celebrando con el corazón lleno de su Paz, su Amor y su Alegría que la Vida tiene la última palabra,
Miguel

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