10 de Marzo de 2016
Jueves de la Cuarta Semana de Cuaresma
Lecturas:
Éxodo 32, 7-14
/ Salmo 105, 19-23 ¡Acuérdate de tus promesas, Señor!
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 5, 31-47
Jesús dijo a los judíos:
«Si yo diera testimonio de mí
mismo, mi testimonio no valdría. Pero hay otro que da testimonio de mí, y yo sé
que ese testimonio es verdadero.
Ustedes mismos mandaron
preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa
del testimonio de un hombre; si digo esto es para la salvación de ustedes. Juan
era la lámpara que arde y resplandece, y ustedes han querido gozar un instante
de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: son las obras
que el Padre me encargó llevar a cabo. Estas obras que yo realizo atestiguan
que mi Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió ha dado testimonio de mí.
Ustedes nunca han escuchado su voz ni han visto su rostro, y su palabra no
permanece en ustedes, porque no creen al que él envió.
Ustedes examinan las
Escrituras, porque en ellas piensan encontrar Vida eterna: ellas dan testimonio
de mí, y sin embargo, ustedes no quieren venir a mí para tener Vida.
Mi gloria no viene de los
hombres. Además, yo los conozco: el amor de Dios no está en ustedes. He venido
en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben, pero si otro viene en su propio
nombre, a ese sí lo van a recibir. ¿Cómo es posible que crean, ustedes que se
glorifican unos a otros y no se preocupan por la gloria que sólo viene de Dios?
No piensen que soy yo el que
los acusaré ante el Padre; el que los acusará será Moisés, en el que ustedes
han puesto su esperanza. Si creyeran en Moisés, también creerían en mí, porque
él ha escrito acerca de mí. Pero si no creen lo que él ha escrito, ¿cómo
creerán lo que yo les digo?»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Jesús les dice a sus contradictores que hacen bien en examinar «las Escrituras, porque en ellas piensan
encontrar Vida eterna», pero les falta algo: darse cuenta que «ellas dan testimonio de mí»; debido a
eso, no van a él (no dejan que los guie en sus acciones y palabras) «para tener Vida», una de verdad, una
que merezca llamarse de esa manera.
Porque en esas Escrituras, según sus creencias, Moisés les indicó cómo
debe vivir un creyente y, en eso, el Nazareno fue ejemplar, entonces, al no
creerle, no están aceptando tampoco el testimonio del libertador, «en el que ustedes han puesto su esperanza».
Y, como si fuera poco, también tuvieron el de Juan, a quien todos
admiraban, porque él era «la lámpara que
arde y resplandece», sin embargo, tampoco se dejaron iluminar por él.
Que no nos ocurra como a tus contemporáneos, Señor, sino que, más bien,
estemos atentos a tu Palabra y tus signos, los que se nos presentan de
distintas maneras y por intermedio de distintas personas para ayudarnos a tener
Vida. Así sea.
Descubriendo, con mucha Paz, Amor y Alegría,
que la inmensa misericordia del Padre también está en nuestros genes,
Miguel
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