PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
24 de Abril de 2016
Domingo de la Quinta Semana de Pascua de Resurrección
Lecturas:
Hechos 14, 21-27 / Salmo 144, 8-13 Bendeciré tu Nombre eternamente, Dios mío,
el único Rey / Apocalipsis 21, 1-5
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 13, 31-33. 34-35
«Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado
y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo
glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.
Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con
ustedes.
Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos
a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los
otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que
se tengan los unos a los otros.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Como «el Señor es bueno con todos y tiene
compasión de todas sus criaturas» (Sal), se hizo presente en la historia humana, partiendo por Israel, asumiendo
que «ellos serán su pueblo, y el mismo
Dios estará con ellos» (2L), para ir guiándonos
en el camino a la Vida. La respuesta ideal de los creyentes al amor del Padre
Dios es la que invita Jesús: «ámense
también ustedes los unos a los otros» (Ev), que es
la manera como él comprende que es más útil para «perseverar en la fe» (1L).
El Dios Todopoderoso,
Creador del Cielo y la Tierra, por amor, había adoptado un pueblo, Israel, para,
desde él y poco a poco, darse a conocer y regalar su ternura a toda la
humanidad, guiándola hacia la felicidad.
Para lograr
eso, les inspiró normas de conducta que les ayudarían a tener una mejor
relación entre sí.
Le llamaron
“los diez mandamientos”, porque los consideraron obligaciones, además de irlos
complejizando cada vez más, para tratar de acertar a lo que creían que era
justo para Él. Un estudioso me contaba que en el texto griego, el original que
nos ha llegado del evangelio de Juan, no dice "nomos" =
"mandamiento", sino "entolé" = "principio de
sabiduría".
Pues bien, en
esas circunstancias, llegó uno, Jesús, que dijo ser su Hijo, para corregir el
concepto, recordando que, ya por boca de un profeta había dicho: «yo quiero
amor y no sacrificios» (Oseas 6,6), y enseñando que, más que justo, su Padre
era misericordioso y esperaba de sus hijos que fuesen también misericordiosos.
Por eso, en
una oportunidad en que un teólogo se acerca al Maestro para probar su doctrina,
éste le pregunta qué mandato privilegiaría de la maraña que ya tenían, a lo que
él respondió que, para poder aproximarse a su proyecto de amor, al cual llamaba
el Reino, eran dos los imprescindibles y el perfecto resumen de todo: amar a
Dios y al prójimo (cf Mc 12,28-34).
Pero, ya en
el momento definitivo de su vida, «durante la Última Cena», consciente
de que ya no le quedaba mucho tiempo entre nosotros, como un testamento
espiritual y para perfeccionar lo anterior, nos deja «un mandamiento nuevo:
ámense los unos a los otros», pero no de cualquier forma, sino «como yo
los he amado».
Recordemos,
entonces, cómo amó él…
Por
ejemplo, justo antes de decir esto, «tomando la condición de servidor» (Flp 2,7) les
lavó los pies, pese a ser «el Señor y el Maestro» (Jn
13,14).
E,
inmediatamente después de estas palabras que recordamos hoy, entregó hasta la
última molécula de su existencia (cfJn 19,34), porque así era necesario.
Todo esto,
y su constante preocuparse y ocuparse de las necesidades y dolores de los
demás, lo hizo porque «no hay amor más grande que dar la vida por los amigos» (Jn 15,13).
Y él vino a
ser el mejor amigo de los seres humanos.
De esa
manera fue feliz él y así creyó que podíamos encontrar la felicidad, o la vida
plena (cf Jn 10,10), también nosotros.
Concluye
hoy Jesús que este comportamiento, más allá de ritos o símbolos, será la señal
más auténtica de que somos seguidores suyos: «en el amor que se tengan los
unos a los otros».
¿Nuestra
vida de cristianos, individuales y comunitarios, dice que somos de sus seguidores
porque nos amamos unos a otros generosa y solidariamente?
Que nos
decidamos a tratar, cada vez más y cada vez mejor, a mostrarle al mundo que
somos discípulos tuyos, Señor: amando, sirviendo y cuidando a nuestros hermanos
de humanidad. Así sea.
Buscando aprender la forma de vivir con
Paz, Amor y Alegría el mandato de ser discípulos del Señor,
Miguel
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