PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
17 de Abril de 2016
Domingo de la Cuarta Semana de Pascua de Resurrección
Lecturas:
Hechos13,
14. 43-52 / Salmo99, 1-3. 5Somos su pueblo y ovejas de su rebaño / Apocalipsis7, 9.
14-17
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 10, 27-30
Jesús dijo:
«Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y
ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las
arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y
nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una
sola cosa.»
Palabra del Señor.
MEDITACION
Si sentimos que «somos su pueblo y ovejas de su rebaño»(Sal), es porque hemos visto en nuestra vida que se
cumple la promesa de Jesús: «Yo les doy
Vida eterna»(Ev), una que comienza
desde ya,una vida plena o en abundancia. Nuestra respuesta debiese ser
aprovechar que estamos«llenos de alegría
y del Espíritu Santo»(1L)para vivir de una
manera resucitada, o nueva, haciendo nuestro aporte para lograr que nuestros
hermanos de humanidad no sufran o sean consolados en la tribulación y así se
irá cumpliendo también que «nunca más
padecerán hambre ni sed»(2L).
¿Qué
pasaría si nuestra Iglesia (todos y cada uno/a en ella) hiciese un análisis
comparándose con este texto?
Es más, podría
ser un buen ejercicio a realizar periódicamente. Es decir, si es que nos
interesa buscar ser fieles a nuestro Maestro y Señor(Jn13,13)…
Entonces, ¿probemos?
En primer
lugar, debemos aclarar a quiénes debiésemos considerar «Mis ovejas».
Tengamos en
cuenta que quien nos habla definió su misión así: «yo estoy entre ustedes como
el que sirve» (Lc 22,27), por lo que quien es nuestro modelo no
tenía actitudes autoritarias, ni, menos posesivas, entonces el “mis” refleja
más bien cariño, como cuando hablamos de “mis niños”, “mi dulzura” o “mi país”,
por ejemplo.
Y, si le
sumamos su percepción de que ser hijo de Dios significa cuidar y ayudar a los
demás, en ningún caso las ovejas son subordinados o rebaños de ignorantes e
irreflexivos que necesitan órdenes acerca de qué hacer.
Para que
esas ovejas, entonces, “escuchen nuestra voz”, ésta debe ser, antes que nada,
creíble, debido a que pueden sentir que proviene de gente que trata de vivir
ese mensaje coherentemente.
«Yo las conozco y ellas me siguen». Muchas veces esperamos exclusivamente
lograr que nos sigan (o a nuestra Iglesia, o a nuestra forma de comprender la
fe), pero sin buscar conocer la auténtica realidad de aquellos a quienes nos
dirigimos.
O, peor
aún, intentamos que ellos ajusten forzadamente lo que les toca vivir a lo que
nos parece que es correcto, según nuestras creencias.
«Yo les doy Vida eterna». Esa, por cierto, sólo la puede dar
él, pero nosotros, especialmente cuando lo hacemos en comunidad, podemos ayudar
a encontrar el camino hacia allá aportando con nuestras acciones sentido,
esperanzas y alegría a las vidas de muchos.Para eso hay que atreverse a actuar
a contracorriente de lo que ofrece “el mundo”, lo que significa ser solidarios
y acogedores (que no es la moda ni lo que “predica” la publicidad), sólo de esa
manera «ellas no perecerán jamás» en manos del sistema cruel e inhumano
que nos rige, porque son amadas por Dios y «nadie puede arrebatar nada de las
manos de mi Padre».
Es que,
cuando hacemos nuestro mejor intento por ponernos en comunión de amor con el
Señor de la Vida, cada quien puede, legítimamente, decir: «el Padre y yo
somos una sola cosa»
¿Cómo saldríamos parados cada uno (y la imagen de nuestra Iglesia) frente
a este texto-“evaluación”?
Que nos
sintamos permanentemente llamados a apacentar y cuidar tus ovejas, Señor, como
misión de quienes nos llamamos seguidores tuyos. Así sea.
Queriendo llenarnos de la Paz, el Amor y la
Alegría que otorgan el ser fieles al llamado del Señor,
Miguel
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