PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
19 de Junio de 2016
Domingo de la Duodécima Semana Durante el Año
Lecturas:
Zacarías12, 10-11; 13, 1 / Salmo62, 2-6. 8-9Mi alma tiene sed de ti, Señor, Dios mío
/ Gálatas3, 26-29
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 18-24
Un
día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con Él, les preguntó:
«¿Quién dice la gente que soy Yo?»
Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros,
Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado».
«Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro, tomando la
palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios».
Y Él
les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie.
«El
Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos,
los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al
tercer día».
Después dijo a todos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a
sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera
salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará».
Palabra del Señor.
MEDITACION
Nos recuerda el
Apóstol que «Todos ustedes, por la fe,
son hijos de Dios en Cristo Jesús» (2L), pudiendo, por eso, sentir: «Mi
alma está unida a ti» (Sal). Y los hijos
deben asemejarse a su Padre, generoso dador de Vida, “perdiendo” el tipo de
vida cómodo y egoísta, para salvar (ganar) la Vida plena (Ev), con la confianza en su promesa: «Derramaré […] un espíritu de gracia y de
súplica» (1L).
Sea uno
creyente o no, debiese reconocer en Jesús a una persona fascinante, por ser
alguien que ha marcado la historia humana, hasta el punto de ser la referencia
para el calendario occidental, además de haber trascendido los siglos hasta
seguir, en la actualidad, inspirando y guiando las vidas de tantos.
Se ha dicho
de él, desde que es un sabio filósofo hasta que es un extraterrestre, entre
muchísimas teorías más para tratar de comprender la profundidad de su decir y
su hacer.
Pero, como
es más o menos evidente, quienes quieran conocerlo mejor, probablemente, en
primer lugar dirigirán su mirada a quienes decimos creer en él. Y muchas veces,
si lo que han visto tiene algún atractivo, tendrán más interés en saber de su
existencia y sus enseñanzas.
Como
preparación adecuada para esto, sería importante que cada cierto tiempo le
permitiésemos hacernos este cuestionamiento: «Ustedes, ¿quién dicen que soy
yo?».
Y que esta
pregunta nos llevase a una revisión profunda de nuestras convicciones: ¿creemos
realmente en él? ¿en qué se manifiesta esta fe?. Es decir, definir no en qué,
sino a quién le creemos.
Para
quienes quieran creer en él (creerle a él), o en palabras de Pedro, para
quienes digan creer que él es «el Mesías de Dios» (=su ungido o
elegido), su invitación es a tener esta disposición: «que renuncie a sí
mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga».
Para
entender estas palabras, sería bueno tener presente su forma de actuar con los
demás y cómo él parecía comprender su misión, de esa manera, significaría que
el primer paso propuesto: “renunciar a sí mismo/a” tiene que ver con
“descentrarse” del yo, en el sentido de no poner en el centro los propios
gustos y las propias comodidades, de tal manera de olvidar o cegarnos a las
necesidades más apremiantes y dolorosas de los otros hijos de Dios, nuestros
hermanos. En formato eslogan, sería “No a la indiferencia”.
El segundo paso,
“cargar con la cruz diaria”, claramente habla de dolores, pero no cualquiera,
como tradicionalmente se explica; no es el dolor por el dolor, ni aguantar con
una especie de masoquismo, porque “Dios así lo quiere”.
Si hablamos
de cruz, o, más bien, si él utiliza la palabra, tenemos que referirnos a la que
le tocó padecer a él mismo.O sea, se referiría al sufrimiento como castigo
injusto por ser fiel a la construcción del Reino de Dios, lo cual implica amar,
servir, cuidar y proteger cada vez que sea necesario y a quienes sea necesario,
evitando dejarse vencer por el temor a las consecuencias –que siempre habrá-que
nos pueden imponer quienes sientan afectados sus privilegios cuando imperan la
justicia y la verdad.
Y el tercer
paso, consecuencia de los anteriores, es “seguirlo”. Porque quienes creen en
él, le creen a él que ésta es la mejor forma para ser felices y forjar un mundo
más humano y bueno, por lo que pondrán su mejor esfuerzo en esto, atreviéndose
a intentar hacer vida sus invitaciones de Vida. Y de esta manera, ya le está
siguiendo, sean parte del mismo credo religioso que nosotros o no. Porque –es
necesario que lo recordemos siempre- Jesús no alaba a quienes cumplen con las
normas de tal o cual fe, o son fieles a un rito o el otro, sino la actitud
solidaria con quien lo requiera, sea amigo o no (cfLc10,25-37).
Que vivamos
como quienes quieren perder este tipo de vida egoísta y materialista que se
impone entre nosotros, para ganar la Vida que sí merece llamarse así, Señor.
Así sea.
Intentando, con mucha Paz, Amor y Alegría
ser seguidores de Jesús, según sus instrucciones de Vida eterna,
Miguel
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