miércoles, 22 de junio de 2016

Por amor. O mejor no intentarlo



PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
26 de Junio de 2016
Domingo de la Décimo Tercera Semana Durante el Año

Lecturas:
I Reyes 19, 16. 19-21 / Salmo 15, 1-2. 5. 7-11 Señor, Tú eres la parte de mi herencia / Gálatas 5, 1. 13-18

+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas  9, 51-62
    Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de Él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
    Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?» Pero Él se dio vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.
    Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde vayas!»
Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».
    Y dijo a otro: «Sígueme». Él respondió: «Permíteme que vaya primero a enterrar a mi padre». Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios».
    Otro le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos». Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios».
Palabra del Señor.

MEDITACION
Nos recuerda Pablo «Ustedes, hermanos, han sido llamados para vivir en libertad» (2L), es decir, somos llamados, sí, pero libres para acudir o no «Sí, puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?» (1L). Y también debemos acudir liberados de las amarras familiares y materiales, a imagen del Maestro, quien «no tiene dónde reclinar la cabeza» (Ev), para, como Él también, no tener impedimentos para servir y, así, acceder a la plenitud, a su manera, que es «conocer el camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu derecha» (Sal).
Jesús parece no tener interés en aumentar de cualquier forma el número de sus “admiradores”, sino, más bien, darle la oportunidad a las personas que quisieran seguirlo en su caminar, el cual consistía en buscar las formas de hacer la voluntad del Padre en cada circunstancia que le correspondiese, pero que lo hiciesen con plena conciencia... y amor por lo que harían.
Debido a eso, se molesta con los discípulos que pretenden mandar «caer fuego del cielo» para consumir a ese pueblo que no quiere acogerlo. Y, a la vez, pone objeciones a los que se ofrecen, al parecer demasiado livianamente, a seguirlo.
Pues bien, a través de la historia, ha habido muchos que se sumaron al cristianismo por motivos distintos a la fe…
Hubo quienes entraron para “vengar” a Dios, como quienes fueron a “liberar” los lugares sagrados del dominio de los “paganos” musulmanes, pretendiendo ser ese “fuego del cielo” para ellos. A eso le llamaron “Las Cruzadas” y fueron guerras de expansión comercial con una excusa religiosa, las que, pese a los siglos transcurridos, aún tiene repercusiones en conflictos de nuestros tiempos.
Otros llegaron y siguen aún integrándose, pero sin un previo desapego a sus propias riquezas o a sus bienes, los que ocupan tanto espacio en su corazón que en él no hay cabida suficiente para el Señor (cf Mt 6,21), quien, por el contrario, por ser tan pobre que no tiene lugar propio, en su corazón cabe Dios y todos sus hermanos de humanidad (cf Mt 22,37-40).
Muchos otros estarán ahí por tradición o porque lo sienten como un deber a cumplir, entonces no entienden la creencia en Jesús como una fe en el Dios de la Vida, perdiendo tiempo precioso de anuncio del Reino, “enterrando muertos”.
O no entienden que el desafío de seguirlo es de hoy, porque, como dijo Juan Pablo II: “los pobres no pueden esperar”, ni los solitarios, ni los entristecidos tampoco… ni nadie que sufra. Por eso, todos ellos necesitan cristianos que, como Cristo, solidaricen, acompañen y consuelen de manera de ir construyendo un futuro mejor, una humanidad mejor, un mundo mejor, intentando cada día hacer realidad su mensaje de amor por todos, sin quedarse “mirando atrás”, que es sinónimo de dejarse atrapar por los valores y criterios inhumanos e insensibles que el Señor espera que superemos.
Para todo eso, siempre se requerirá gente que sienta que de verdad vale la alegría dedicar la vida a esto, porque el Reino de los Cielos, la Buena Noticia que Jesús tenía urgencia de anunciar, porque «estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo» debe ser recibida en los corazones como alas liberadoras y no en las mentes como barrotes de prisión. O no sería Buena Noticia, que es, recordémoslo, la traducción de la palabra Evangelio…

Que queramos y podamos liberar nuestro corazón de las amarras, para estar disponibles a tus invitaciones de Vida para construir una mejor vida para todos, Señor. Así sea.

Intentando despejar nuestra vida para poder ser seguidores de la buena noticia de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel

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