PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
26 de Junio de 2016
Domingo de la Décimo Tercera Semana Durante el Año
Lecturas:
I Reyes 19, 16. 19-21 / Salmo 15, 1-2. 5. 7-11 Señor, Tú eres la parte de mi herencia /
Gálatas 5, 1. 13-18
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 9, 51-62
Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se
encaminó decididamente hacia Jerusalén y envió mensajeros delante de Él. Ellos
partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento. Pero
no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.
Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor,
¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?» Pero Él se dio
vuelta y los reprendió. Y se fueron a otro pueblo.
Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: «¡Te seguiré adonde
vayas!»
Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus
cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde
reclinar la cabeza».
Y
dijo a otro: «Sígueme». Él respondió: «Permíteme que vaya primero a enterrar a
mi padre». Pero Jesús le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus
muertos; tú ve a anunciar el Reino de Dios».
Otro
le dijo: «Te seguiré, Señor, pero permíteme antes despedirme de los míos».
Jesús le respondió: «El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás,
no sirve para el Reino de Dios».
Palabra del Señor.
MEDITACION
Nos recuerda Pablo
«Ustedes, hermanos, han sido llamados
para vivir en libertad» (2L), es decir, somos
llamados, sí, pero libres para acudir o no «Sí,
puedes ir. ¿Qué hice yo para impedírtelo?» (1L). Y también debemos acudir liberados de las amarras familiares y
materiales, a imagen del Maestro, quien «no
tiene dónde reclinar la cabeza» (Ev), para,
como Él también, no tener impedimentos para servir y, así, acceder a la
plenitud, a su manera, que es «conocer el
camino de la vida, saciándome de gozo en tu presencia, de felicidad eterna a tu
derecha» (Sal).
Jesús
parece no tener interés en aumentar de cualquier forma el número de sus
“admiradores”, sino, más bien, darle la oportunidad a las personas que
quisieran seguirlo en su caminar, el cual consistía en buscar las formas de
hacer la voluntad del Padre en cada circunstancia que le correspondiese, pero
que lo hiciesen con plena conciencia... y amor por lo que harían.
Debido a
eso, se molesta con los discípulos que pretenden mandar «caer fuego del cielo» para
consumir a ese pueblo
que no quiere acogerlo. Y, a la vez, pone objeciones a los que se ofrecen, al
parecer demasiado livianamente, a seguirlo.
Pues bien,
a través de la historia, ha habido muchos que se sumaron al cristianismo por
motivos distintos a la fe…
Hubo quienes entraron para “vengar” a Dios,
como quienes fueron a “liberar” los lugares sagrados del dominio de los
“paganos” musulmanes, pretendiendo ser ese “fuego del cielo” para ellos. A eso
le llamaron “Las Cruzadas” y fueron guerras de expansión comercial con una
excusa religiosa, las que, pese a los siglos transcurridos, aún tiene
repercusiones en conflictos de nuestros tiempos.
Otros llegaron y siguen aún integrándose, pero
sin un previo desapego a sus propias riquezas o a sus bienes, los que ocupan
tanto espacio en su corazón que en él no hay cabida suficiente para el Señor (cf Mt 6,21), quien, por el contrario, por ser tan pobre que no tiene lugar
propio, en su corazón cabe Dios y todos sus hermanos de humanidad (cf Mt 22,37-40).
Muchos otros estarán ahí por tradición o porque lo sienten como un deber
a cumplir, entonces no entienden la creencia en Jesús como una fe en el Dios de
la Vida, perdiendo tiempo precioso de anuncio del Reino, “enterrando muertos”.
O no entienden que el desafío de seguirlo es de hoy, porque, como dijo
Juan Pablo II: “los pobres no pueden esperar”, ni los solitarios, ni los
entristecidos tampoco… ni nadie que sufra. Por eso, todos ellos necesitan
cristianos que, como Cristo, solidaricen, acompañen y consuelen de manera de ir
construyendo un futuro mejor, una humanidad mejor, un mundo mejor, intentando
cada día hacer realidad su mensaje de amor por todos, sin quedarse “mirando
atrás”, que es sinónimo de dejarse atrapar por los valores y criterios
inhumanos e insensibles que el Señor espera que superemos.
Para todo eso, siempre se requerirá gente que sienta que de verdad vale
la alegría dedicar la vida a esto, porque el Reino de los Cielos, la Buena Noticia que
Jesús tenía urgencia de anunciar, porque «estaba por
cumplirse el tiempo de su elevación al cielo» debe ser recibida en los corazones como
alas liberadoras y no en las mentes como barrotes de prisión. O no sería Buena
Noticia, que es, recordémoslo, la traducción de la palabra Evangelio…
Que
queramos y podamos liberar nuestro corazón de las amarras, para estar
disponibles a tus invitaciones de Vida para construir una mejor vida para
todos, Señor. Así sea.
Intentando despejar nuestra vida para poder
ser seguidores de la buena noticia de la Paz, el Amor y la Alegría,
Miguel
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