PREPAREMOS EL PRÓXIMO DÍA DEL SEÑOR
17 de Julio de 2016
Domingo de la Décimo Sexta Semana Durante el Año
Lecturas:
Génesis 18, 1-10 / Salmo 14, 2-5 Señor, ¿quién entrará en tu Casa? / Colosenses 1, 24-28
+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 10, 38-42
Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en
su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor,
escuchaba su Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a
Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo?
Dile que me ayude».
Pero
el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas,
y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la
mejor parte, que no le será quitada».
Palabra del Señor.
MEDITACION
Nosotros, que nos inquietamos
y nos agitamos por muchas cosas (Ev), corremos el
riesgo de perdernos «el misterio que
estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios quiso manifestar» (2L): ese es Jesús, quien no pasa de largo, sin
más por nuestra vida (1L), él la pude hacer
fecunda y plena para quien «que procede
rectamente y practica la justicia» (Sal), es decir, se deja guiar y vive según su palabra.
Podríamos
tomar el texto: «Marta, Marta, te
inquietas y te agitas por muchas cosas…» y cambiar el
nombre de Marta por el de cada uno de nosotros…
Porque de verdad que vivimos permanentemente inquietos/as y agitados/as,
haciendo muchas cosas a la vez, sin saber discernir cuáles son realmente
imprescindibles.
Debido a eso, no somos tan eficientes con nuestro tiempo y, por lo
mismo, probablemente, tampoco nos vemos felices.
Bastantes estudios delatan esto, relacionándolo con enfermedades
mentales y fugas de la realidad a bordo del alcoholismo y la drogadicción,
entre otras patologías que campean entre nosotros.
Jesús, el
profeta del amor y la paz del Reino, quien ha dicho: «Vengan a mí todos los que
están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré» (Mt
11,28), porque nos
quiere alegres, nos guía en la búsqueda de «la mejor parte».
Podemos
entender que no está equivocada Marta por esmerarse en demostrar su cariño
atendiéndolo; eso siempre será apreciable y merecerá agradecimiento. Su error
es desaprovechar, en su inquieta agitación, la oportunidad de ponerse en
contacto-comunión con el Señor (con el ser humano), como bien hizo María.
Es decir,
“actitud Marta” sería hacer responsablemente lo que corresponde; por su lado,
la “actitud María” correspondería a encontrar lo bello en lo que realizamos, para
disfrutarlo y compartirlo.
Si somos
padres, por ejemplo, nuestra “actitud Marta” nos llevará a esforzarnos por
darles el mayor bienestar posible a nuestros hijos; pero hay que agregarle la
“actitud María” de comprender que, más aún, necesitan que les demos tiempo para
poder escucharlos y compartir momentos significativos con ellos.
En las
ocupaciones cotidianas, laborales, estudiantiles, de voluntariado o a lo que
dediquemos nuestro tiempo, “actitud Marta” es ser lo más profesionales y serios
en la forma cómo las desarrollamos y las consecuencias que éstas tengan;
“actitud María” será, además, amar lo que hacemos, e intentar con ello tocar el
corazón de las personas a las que servimos, para ser un aporte a su alegría.
En los
espacios comunitarios (juntas de vecinos, clubes, iglesias, sindicatos, centros
de padres, etc.), “actitud Marta” es realizar muchas y periódicas actividades
de difusión, de financiamiento y las propias de sus fines; “actitud María” es
no perder el motivo que nos congrega, para no llegar a caer en el activismo
vacío, y, en cambio, aprovechar nuestros encuentros para potenciar las
relaciones interpersonales y, de esa manera, aportar a mejorar la sociedad en
que vivimos.
Y, si somos
creyentes, “actitud Marta” es cumplir las normas y seguir el ritmo de
actividades de la religión que profesamos; “actitud María” es agregarle a
aquello un espíritu de búsqueda de la mayor fidelidad posible a la esencia del
mensaje que le da sentido a nuestra fe.
Que Marta y
María inspiren nuestro caminar cotidiano, Señor, para ser activos eficazmente,
pudiendo, a la vez, agregar alegría a las experiencias que vamos teniendo. Así
sea.
Buscando, con el corazón lleno de Paz, Amor
y Alegría, vivir sabiamente su Palabra, para hacerla y meditarla adecuadamente,
Miguel
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